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Un gigante para los sentidos infantiles

Una obra de teatro guía a los niños por un mundo de olores y sonidos

"Te voy a contar una fantástica historia en la que tú vas a ser el personaje principal". Con estos susurros, los niños comienzan su andadura por el cuento El gigante, un texto de Carlos Sánchez (ex Tábano) con el que ha puesto en marcha su idea de los cuentos sensoriales. Cegados por un antifaz, los chicos penetran por los distintos vericuetos espaciales (una escalera, un pasillo ... ) y narrativos de la historia, de la mano de un narrador-conductor que estimula sus sentidos del oído, el tacto y el olfato y, sólo al final, también el de la vista.La experiencia trata de que los niños no sean meros espectadores, sino que se conviertan en los auténticos protagonistas. Y en contra de lo que pudiera intuirse, el objetivo se consigue con aparente facilidad. En actitud de alerta, al principio, al ser privados de la vista, los chavales se tranquilizan casi de inmediato, ante las voces sugerentes y sosegadas de cualquiera de los tres actores que relatan el cuento.

Un suave sonido de campanillas les marca el umbral entre la realidad y lo fantástico, entre llamarse Irene o Alberto y convertirse en un fabuloso gigante, habitante de una nube, que decide bajar a la Tierra.

Nada más entrar, Irene (cuatro años), que desconoce el mecanismo del juego, necesita que el narrador vaya iniciándola en aquellos movimientos que debería hacer espontáneamente. Al escuchar "el gigante se puso de pie", la niña no reacciona inmediatamente y sigue sentada en su nube, pero bastan pocos segundos más para que entienda perfectamente las reglas de un juego previamente establecido y se introduzca en su papel a la perfección. Cuando llega al nido de la cigüeña, Irene ya es un auténtico gigante que gime lastimoso ante el único conflicto de la historia: la desintegración de su nube.

Alberto, de siete años, sale del recorrido auténticamente entusiasmado: "Mola un montonazo", le espeta a su padre, que espera pacientemente su turno. Pocos padres se van del teatro sin haber pasado, ellos también, por la experiencia. Es difícil aguantar la curiosidad ante las atropelladas reacciones de los críos que cuentan, en segundos, que han tocado "la montaña más alta del mundo" o que una cigüeña les ha aleteado en sus narices.

Cuenta Carlos Sánchez que, cuando hacía pruebas casi domésticas, para ver si la idea funcionaba, una señora mayor lloró con la visión de la última escena. "Gracias, hijo mío", le dijo, "por haber hecho que, otra vez, me sienta niña". La función dura unos 15 minutos y, por sus características, es imprescindible hacer reserva.

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El gigante. Teatro Alfil. Calle del Pez, 10. Sábados, domingos y festivos: de las 16.30 a las 19.00. Reservas: 521 15 16 y 52142 96. Precio: 500 pesetas.

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