Induráin utilizará el mayor desarrollo en la historia del récord
"Y hemos puesto un plato tan grande para esconder detrás, el motor". El chiste corrió en Bogotá durante la presentación de la Espada Evolución IV. El propio. Induráin miraba de reojo a la montura que utilizará el domingo para el récord. "A ver quién mueve ese plato", decía asustado. La verdad es que impresionaba el tamaño del redondel pulido con 63 dientes allí colocado, en una estructura de carbono coloreada, una masa re dondeada, sin aristas, en una máquina hecha para cortar el aire a los 2.650 metros de altitud de Bogotá. Una carrocería italiana -made- in Pinarello- para un motor español, las piernas. de Induráin. Y, es que ese plato será el más grande. que se utilice nunca, en un intento de récord de la hora combinado con un piñón de 14 dientes, y unas ruedas de 700 milímetros de diámetro: 9,36 metros por pedalada. El objetivo: 56,160 kilómetros, casi un kilómetro más que la marca establecida porTony Rominger en Burdeos hace 11 meses. Ayer, para empezar, no pudo entrenarse por la lluvia.El truco deseado es lograr que con el mismo esfuerzo desarrollado a nivel del mar, la misma cadencia de pedaleo, Induráin pueda rendir mucho más. Hace 13 meses, cuando dejó el récord en 53,040 kilómetros, el navarro marchó a casi 10 pedaladas por minuto, pero sólo avanzaba 8,76 metros por pedalada. El domingo intentará mover 60 centímetros más a la misma cadencia, la ideal en relación a su potencia, para recorrer 50 metros más por minuto, tres kilómetros más en una hora. El mayor aerodinamismo de la nueva Espada y la menor resistencia del aire en altitud serán los causantes de ese milagro de multiplicación de los kilómetros y los minutos.
Induráin es demasiado grande. Esa masa sufre tremendamente la fuerza centrífuga en las curvas, que viene determinada por la velocidad y el peso. Los más de 56 kilómetros que intenta no caben en un velódromo de 250 metros, con ocho curvas por kilómetro. En uno de 333,333 metros, como el de Bogotá, sólo se verá penalizando por la fuerza centífruga seis veces por kilómetro. La resistencia del aire al avance aumentaba al cubo con respecto al aumento de la velocidad, Esto quiere decir que pasar de 42 a 44 kilómetros por hora es casi infinitamente más fácil que hacerlo de 53 a 55. Un esfuerzo imposible en el caso de Induráin.
Ahí entra el beneficio de la altitud: a 2.650 metros, dicho toscamente, los 55 kilómetros por hora se convierten en 50 en lo que respecta a la resistencia que encuentra el ciclista a su avance. Ello no quiere decir que sea más fácil intentar el récord en altura. Para rendir en esas circunstancias el ciclista necesita un doloroso periodo de adaptación en el que su organismo fabrica más glóbulos rojos necesarios para contrarrestar la menor cantidad de oxígeno que adquiere en cada bocanada. Además, en altitud no hay velódromos cubiertos, por lo que entran en juego factores incontrolables, como el viento, que pueden dar al traste con toda una preparación. La altitud es el máximo riesgo. .
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