El Rayo pasa del llanto a la fiesta
Dos expulsiones postreras del Valencia permitieron la remontada a los vallecanos
Uno cuarto de hora de superioridad numérica permitió el milagro. Tenía el Rayo perdidos los puntos, vencido por el juego más lógico del Valencia, cuando un par de expulsiones postreras dio un vuelco al partido. Los de casa se fueron levantando del suelo a la misma velocidad que fueron perdiendo gente los visitantes. En un suspiro el marcador pasó del 1-2 al 3-2. En diez minutos, y con un toque casi épico, el Rayo pasó. de llorar por su quinta derrota a celebrar con entusiasmo el primer triunfo..El Rayo saltó a Vallecas con determinación. A su estilo, reduciendo el juego a dos líneas, defensa y ataque, pero con determinación. Se trataba de recuperarla pelota y, desde atrás, mandarla hacia Onésimo para que éste dispusiera de ella a su antojo. O sea, el Rayo de siempre, pendiente en exclusiva de los, regates de su número siete.
La fórmula funcionó de entrada. Al menos, valió para fabricar un puñado de ocasiones. Josemi, De Quintana, Guilherme, Onésimo... Uno a uno, los vallecanos fueron probando al siempre cuestionado Zubizarreta. Y fue precisamente el siempre cuestionado Zubizarreta el que mantuvo de pie a su equipo en esa fase inicial. En todos los disparos rayistas apareció como un resorte la mano del vasco para alejar la pelota de la red.
Poco a poco, el Valencia se fue haciendo con el control del partido. Ofrecía menos llegada que su rival, pero tenía la pelota. Sobre todo, porque sí utilizaba el centro del campo para la construcción del juego (el Rayo sólo usaba esa línea para defender). José Ignacio, Mazinho, Fernando y Poyatos (ganó mucho el equipo con su entrada al campo por Eskurza) se encargaron de disminuir el ritmo con el que se inició la contienda. Mientras, el Rayo fue perdiendo gas. Sus futbolistas se colocaban al borde de la desesperación. de tanto caer en la trampa del fuera de juego. Y además, su obsesiva búsqueda de Onésimo ya era advertida Y controlada por el rival. Se iba quedando sin armas.
De pronto, ya en la segunda parte, los de Vallecas se llevaron la primera alegría de la mañana, aunque efímera. Aquino, que no llevaba aún un minuto sobre el campo, acertó a superar a Zubi. Pero el Valencia no tardó ni cinco minutos en recuperar el equilibrio en el marcador. Y el Rayo, que vio tumbada enseguida su primera ventaja en el marcador en lo que va de Liga, acusó el golpe. Así, en un impecable con traataque rival, de esos made in Aragonés, se vio repentinamente con la derrota, al cuello.
Cuando todo parecía perdido, cuando ya se veía una semana más en el pozo, sin arrancar a la quinta jornada el Rayo en contró la luz. Tan sólo quedaba un cuarto de hora, pero el Valencia no supo manejar el resultado. Al revés, fue abriéndole puertas al Rayo para su remontada. Le autorizó a levantarse: Poyatos vio la segunda amarilla y le concedió la primera superioridad; luego, Camarasa regaló el balón a Onésimo para el empate, y finalmente, el propio Camarasa le aumentó la ventaja con su expulsión. Tirado arriba, y con el contrario escondido y aterrorizado en su portería, el rayo asestó la estocada final: un recorte mágico de Calderón que dobló al Valencia para siempre.
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