Un genio en apuros
Los técnicos del Barça piden a lván de la Peña que defienda mas y arriesgue menos
ÁNGELS PIÑOL, O a Écija (Sevilla) o a Zaragoza. Las listas de jugadores convocados por Johan Cruyff tienen, cada sábado, un morbo especial: saber si entre los 16 futbolistas que suelen viajar aparece el nombre de un chico de 19 años que mide 1,65 metros, con el pelo cortado a cepillo, cántabro de nacimiento y con ficha del Barça B -deseo del entrenador-, aunque cobra un sueldo de profesional -deseo de la directiva-. Un suspense envuelve a la persona que recita la relación de jugadores en el vestuario hasta saber si figura Iván de la Peña.
El pequeño buda triunfó en su debut en el Camp Nou y fue el rey en su estreno europeo ante el Beer Sheva. Pero la incógnita se mantendrá hasta el sábado: saber si el flaco lo envía a jugar a Écija, con el filial o a Zaragoza, con el Barça.
Para argumentar el descarte de los jóvenes, Cruyff recurre a la dificultad que implica soportar la presión, sea por la entidad del rival o por el respeto que impone el Camp Nou Dice que no quiere quemarlos y que la prudencia le obliga a dosificar la entrada de los niños en el primer equipo.
Iván, sin embargo, ha enganchado entre el aficionado por su fútbol luminoso y sus aduladores comienzan a reivindicar una plaza en el primer equipo. Números cantan: juega en Valladolid y marca un gol e interviene en el otro (0-2), y después actúa en Israel y vuelve a marcar otro tanto e interviene en otros dos (0-7). No parece sufrir de los nervios
Iván es un futbolista "genial" incluso para los técnicos del Barca, pero Charly Re xach, ayudante de Cruyff, advierte que toda chispa divina comporta algún conflicto humano. "A mí los jugadores como él me gustan porque son creativos", reflexiona. "Pero hay partidos que si los ganas por 1-0 y faltan cinco minutos para que concluyan tienes que jugar de otra manera". Explica que las ansias creativas de estos jugadores les hacen arriesgar más de la cuenta y poner en peligro el resultado. "Y eso, fundamentalmente, sucede porque ellos disfrutan jugando al fútbol, quieren hacerlo bonito y que la gente se divierta. Y esto a veces se tiene que dejar en un segundo plano porque puede perjudicar al equipo". Rexach siempre tuvo más debilidad por los futbolistas que pecan por exceso de imaginación y no por defecto. A su entender, Iván no es un jugador de otra galaxia. Comete los mismos errores que los craks: defender poco y no saber jugar sin balón. "Su obsesión es recoger la pelota en las mejores condiciones. Por eso casi siempre está desmarcado y no acaba de convencer en el uno contra uno. De ahí que le cueste más robar balones".
Iván creció en el miniestadi como 4, pero ahora juega de 8. En Beer Sheva tuvo la tendencia a desplazarse hacia el centro, pero Rexach sostiene que Iván cubre bien la zona. "Tiene suficiente recorrido y casi siempre consigue estar libre de marcaje". Sus defectos son propios, a juicio de Charly, de la juventud.
La falta de, actitud defénsiva, la ausencia de juego aéreo, la dificultad para llenar el campo cuando el balón lo controla el rival y la conciencia de que un campo de fútbol no es una pista de circo podrían formar el inventario de defectos de Iván para que no juegue aún cada domingo con el primer equipo. "No son fallos insalvables", advierte Rexach; "se corrigen con la edad y la experiencia. A mí, Iván me gusta".
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