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VUELTA 95

Una Vuelta abierta para dos

La ronda del cincuentenario comienza llena de interrogantes y con un previsible duelo previsible ONCE-Mapei

Carlos Arribas

El día 2 de septiembre, el próximo sábado, no sólo comienza la Liga más larga. La Vuelta más retardada también da sus primeras pedaladas. Parece que ha transcurrido un siglo. Delgado se ha retirado, Zarrabeitia intenta recuperarse de una operación de hernia discal, y Rominger ha preferido ganar el Giro. Nadie del podio de mayo de 1994 participará en septiembre de 1995. Han pasado dos Giros y dos Tours desde la última. Parecía que nunca llegaría, pero dentro de cinco días comenzará. La Vuelta 95 ya ha cosechado más comentarios, antes de iniciarse, que quizás los que consiga durante su desarrollo. Los adjetivos tampoco faltan. La Vuelta del cambio, la Vuelta de los interrogantes, la Vuelta de los cansados , la Vuelta (otra más) sin Induráin. Parece que ya está todo dicho y, sin embargo, el sábado saldrán de Zaragoza 200 de los mejores ciclistas del mundo para disputar una de las tres pruebas grandes del año.La larga polémica por el traslado de la prueba a septiembre y la reciente y corta por la no participación de Induráin por cuarto año consecutivo han creado una nebulosa que, no obstante, no puede esconder unos cuantos hechos.

En la Vuelta no participa el mejor, pero corren los mejores. No estará Induráin, pero sí sus dos compañeros de podio en el último Tour, Alex Zülle y Bjarne Riis. Y también sus dos segundos en el Tour 94, Marco Pantani y Piotr Ugrumov. Es decir, aunque tampoco participe el ganador de las tres últimas Vueltas,Tony Rominger, estarán los mejores especialistas en grandes rondas, un hecho que no se produce en la Vuelta desde hace mucho y que permite prever una gran lucha tanto entre ellos como con los que quieran encaramarse a las alturas. La jerarquía mundial permanece inmutable desde hace dos años. La generación de los treintaafieros ha alcanzado una madurez incontestable. Los viejos-viejos se han retirado y los jóvenes, pese a su irrupción en tromba en el Giro 94, sólo han enseñado los dientes. Las circunstancias especiales de la Vuelta -fecha tardía, cansancio generalizado, ausencia de Rominger e Induráin, ausencia de un favorito reconocido por todos- configuran un escenario ideal para la lucha abierta. No deja de ser una novedad en una gran ronda. La última Vuelta fue dominada de principio a fin por Rominger; los últimos Tours no fueron más que una versión del todos contra uno (Induráin); en el último Giro, Rominger hizo de navarro. Hay que remontarse a mayo del 94, al Giro de Berzin, para ver algo parecido a una lucha de varios, aunque mediatizada por la presencia de Induráin.Sin embargo, todo puede quedarse sin más en especulaciones sobre el papel. En la Vuelta cobra importancia, casi más que en ninguna otra carrera, el factor localista. Aunque desde 1991 no se imponga un corredor español, todos los últimos ganadores -desde Kelly hasta Rominger, con Delgado, Giovannetti y Mauri entre medias- pertenecían a equipos españoles. El localismo se prevé, incluso, más decisivo este año. La motivación y la ambición tendrán mucho que decir en un mes, septiembre, en el que todos los corredores llevarán más de 70 días de competición en las piernas.Si este excipiente cumple su función, posiblemente toda la apertura apriorística se quede reducida a un mano a mano, lo que tampoco sería el acabóse. Sería un duelo particular no entre dos corredores, sino entre dos equipos: el ONCE y el Mapei. Hay una especie de acuerdo tácito en dar al equipo de Manolo Sáiz toda la responsabilidad. El técnico cántabro no se ha recatado en vender a Zülle como favorito número uno, pero también recuerda que al suizo -segundo en el último Tour- le respaldan Oliverio Rincón y Melcior Mauri, otros dos potenciales ganadores.El director del conjunto Mapei, Juan Fernández, también tiene un puntal, el aragonés Fernando Escartín, y también un buen respaldo de potenciales: Abraham Olano y Stefano della Santa. Los 18 equipos restantes, sobre todo los extranjeros, pueden terminar en plan comparsa: color y bulto.

Sólo Mauri

La Vuelta 95 se parecerá al Tour no sólo en la inclusión de un día de descanso -novedad de prestigio- o en la excursión pirenaica de la l7ª etapa -visitas al Aspin, Tourmalet y Luz Ardiden- o en la presencia de dos del podio francés -Zülle y Rlis- Al igual que ocurrió en el Tour, en el que Induráin era el único ganador que corría, sólo uno de los participantes sabrá lo que es ganar la Vuelta. Ausente Rominger -ganador entre 1992 y 1994- y retirados Kelly, Delgado y Giovannetti -ganadores entre 1988 y 1990-, sólo Melcior Mauri, vencedor en 1991, toma parte como ex ganador.Este hecho, sin embargo, parece que sólo le dará pátina estadística al corredor de Vic. Por ahora no le da el papel de favorito. Mauri corre en el ONCE, el mismo equipo con el que triunfó en 1991 y al que ha regresado este año después de un periplo por el Amaya y el Banesto, y al ONCE le sobran líderes. "Ya veremos lo que dice la carretera", cuenta Manolo Sáiz, su director. "Mauri sale como líder de recambio. Tiene tratamiento de líder porque corre en un equipo de líderes. Sabemos que tenemos una responsabilidad con Mauri, pero también la tenemos con nuestro patrocinador, con la ONCE". Por delante del catalán que derrotó a Induráin en 1919, Zülle y Rincón.Y no es que Mauri no tenga capacidad para ser el líder único.A los 28 años, el catalán parece haber renacido. En el Tour se le vio como un corredor muy completo, manteniendo sus capacidades de contrarrelojista y mejorando en la alta montaña. Quedó entre los 10 primeros de la carrera francesa gracias, sobre todo, a su magnífica interpretación de los guiones favoritos de Manolo Sáiz cuando corre a la contra: la emboscada en media montaña. La Vuelta promete ese terreno a manos llenas aunque el ONCE no corra a la contra.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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