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FÚTBOL FINAL DE LA SUPERCOPA

El Deportivo tiene pegada

El equipo gallego sorprende en los últimos minutos al Madrid, que jugó mejor

Santiago Segurola

El Deportivo tiene pegada, la misma que le falta al Madrid. Después de racanear durante la mayor parte del encuentro, salió victorioso de Chamartín con dos goles de última hora que ayudarán a mantener la euforia del equipo gallego. El Madrid salió perjudicado de un partido que debió ganar. Le faltó contundencia en el área y aire en el cuarto de hora final: Lejos de aprovechar los beneficios que le daba la ventaja del gol de Hierro y la superioridad de su juego, el Madrid salió decepcionado del partido: era la tercera derrota consecutiva frente a un rival indiscutible en la pelea por el campeonato.La empresa madridista se hacía imposible. Al menos en estos días, cuando el Deportivo puede tirar de recursos ofensivos o defensivos, según convenga. Es un equipo muy armado en todos los sentidos. Tiene además el excedente que produce la euforia de unos resultados espectaculares. Disfruta, por tanto, de una salud rebosante. El Madrid, no. La pretemporada ha abierto dudas en el equipo, que ha jugado sin autoridad y con poca excitación. Un equipo intermitente, que ha juntado algunos momentos interesantes con desvanecimientos inexplicables.

En estas condiciones, el partido le ofrecía al Madrid dos desafios: levantar el resultado y recuperar el vuelo. Finalmente, el encuentro dio la impresión de tener el valor terapéutico que necesitaba el equipo local. No ocurrió así porque el Deportivo sacó la cabecita en los últimos minutos y dejó las cosas como estaban: volvió a ganar.

El voltaje del fútbol madridista creció con el curso del encuentro. Comenzó deshuesado, sin recursos para quebrar una defensa que juega de memoria. Los primeros minutos se fueron en un festival de Djukic frente a los delanteros del Madrid, que se debatían sin resultado ante la omnipresencia del líbero, un futbolista decisivo en los éxitos de la defensa del Deportivo. Durante aquel cuarto de hora, el Madrid fue un equipo menor, pendiente de tirar centros. Le faltaba claridad, desborde y criterio. Pero había el ánimo de guerrear, de auparse sobre su rival por la vía de la voluntad.

La respuesta del Deportivo fue más débil de lo previsto. Jugó con suficiencia el primer cuarto de hora, con más jerarquía que el Madrid, pero se ofuscó con el estirón madridista. Por ahí salió un dato escondido durante el verano: la poderosa pretemporada del Deportivo se ha sostenido fundamentalmente en su condición de local.Su visita a Chamartín suponía uno, de los primeros viajes fuera de Riazor. Y como visitante, dio una impresión de menos firmeza. Vivió cobijado en su área la mayor parte del encuentro, sin ningún detalle de altura, con el ánimo estrictamente defensivo. Por ningún lado, salió el equipo insolente y vital que ha provocado tanto entusiasmo en agosto. Sobrevivió nuevamente por esa facilidad que encuentra para sacar petróleo de cualquier oportunidad. El gol de Manjarín fue de esa clase: marcó en una jugada que parecía irrelevante.

Progresó el Madrid durante el encuentro por dos vías. La primera fue por carácter. Su ejercicio de voluntad le ayudó a sobreponerse a los primeros errores. Después llegó el ajuste del juego. Un taconazo de Laudrup, a Quique, cuyo remate desvió Canales, sirvió para llamar a filas a todo el equipo. Poco a poco se produjo la cohesión en el equipo.

La pelota cayó definitivamente del lado del Madrid y comenzó entonces un largo asedio al área del guardameta deportivista Canales.

El gol de Hierro aumentó los efectos tonificantes en su equipo. Había equilibrio en el fútbol del Madrid. La defensa, que ha estado bajo sospecha en las últimas semanas, funcionó con precisión e inteligencia. Los mediocampistas tuvieron una mirada vertical y una actitud beligerante. Desde allí empujó al Madrid, que ganó punto por punto todos los asaltos del partido. En algunos momentos bordeó la posibilidad de intentar la hazaña. El punto de inflexión del partido pudo llegar en un chispazo de Raúl, que metió la pelota para Zamorano entre la línea defensiva del Deportivo.

Fatalidad

El delantero chileno apareció como un tiro, superó la salida de Canales, pero envió la pelota fuera ante la estupefacción de los hinchas. Le faltó puntería, probablemente por un exceso de aceleración en toda la jugada. Volvió a aparecer Zamorano con esos síntomas de desconfianza que tanto afectan a los goleadores. Su problema es la carencia de goles, una fatalidad que soporta de muy mala gana.La insistencia del Madrid se prolongó hasta el cuarto de hora final. Luego perdió tensión y permitió sacar la cabeza al Deportivo. Eso significa concederle una oportunidad al equipo gallego, que emboca todo lo que encuentra a su alcance durante esta pretemporada veraniega.

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