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CAMPEONATOS MUNDIALES DE ATLETISMO

Reservado el derecho de admisión

Unos 500 atletas que figuran este año entre los mejores del mundo no han podido inscribirse en la cita de Gotemburgo

En la final de hoy de 400 metros, una de las pruebas estelares del Mundial, sólo va a haber tres estadounidenses -el límite legal- sobre los tacos de salida cuando perfectamente los ocho atletas podían ser compatriotas de Michael Johnson; lo mismo sucede en las semifinales de 3.000 metros obstáculos, con tres kenianos en lugar de los 13 que podían copar todos los puestos de la final. El sistema de competición no permite la inscripción de más de tres atletas por país en una misma prueba y ello impide el enfrentamiento entre sí de, realmente, todos los mejores del mundo.Esta temporada había 21 estadounidenses clasificados entre los 50 corredores más rápidos del mundo en 400 metros. Sólo tres pudieron inscribirse para Gotemburgo 95. Ni siquiera Derek Mills, segundo en la clasificación mundial del año (44.13 segun dos), tuvo sitio en las listas de salida. En la selección cedió el lugar a dos compatriotas tan buenos como él, Reynolds y Hall, y en la pista, a atletas de Brunei, Santa Lucía o las islas Fiyi, a los que saca cinco segundos de media.

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Son las normas de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), que por universalizar la competición y lograr que sus 200 países miembros participen en ella, pone un cupo de inscripción a los mejores e invita a los peores a que acudan con un solo atleta en la prueba que ellos elijan.

En 3.000 metros obstáculos hay otro buen ejemplo. Ya no es que haya una legión de kenianos entre los 50 mejores especialistas este año, es que los siete mejores del mundo, separados por cuatro segundos, son corredores de Kenia. Pues cuatro de ellos se han tenido que quedar en basa, esperando a competir en las reuniones de verano que seguirán a los Mundiales, dónde la participación es libre. Por eso, sobre todo en esta prueba, se suele dar el caso de que se encuentren repartidísimos los títulos y los récords, pues cada uno gana lo que le dejan.

Absolutamente en todas las pruebas del programa hay atletas damnificados por la reglamentación. Suelen ser los estadounidenses en las pruebas de velocidad, los africanos en las de fondo y los rusos y ucranianos en las de saltos y lanzamientos. El estadounidense Leroy Burrell, por ejemplo, es el plusmarquista mundial (9,85 segundos) y una mala temporada le ha dejado fuera de una prueba en la que, por primera vez en muchas competiciones, un corredor estadounidense no consiguió medalla.

Quien sí ha salido beneficiado del sistema son todas las repúblicas nacidas de la extinción de la URSS. Antes sólo podían participar tres atletas de la Unión Soviética y ahora el número se ha multiplicado pues la posibilidad de competir se ha extendido, por ejemplo, en martillo, a los 23 lanzadores de repúblicas ex soviéticas que figuran entre los mejores del año.

Puede estimarse la cifra en unos 500 el número de atletas que, estando entre los mejores del mundo, se han que dado sin acudir a Gotemburgo. Hubo un tiempo, cuando se planteó la idea de los Mundiales, que se estudió la posibilidad de que no hubiera cupo de inscripción por país, sino que se endurecieran las marcas para participar y así sólo tuvieran acceso a las inscripciones quienes eran de verdad los mejores del mundo, lo que permitiría diferenciar la competición de los Juegos Olímpicos, donde rige también el sistema de tres por prueba. Lo que se ha logrado es que ambas competiciones sean un calco, pero a cambio, Primo Nebiolo, presidente de la IAAF, puede presumir de reunir cada dos años, bajo su mandato, a más países del mundo de los que tiene la propia ONU.

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