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Drama en la cárcel de Soto

Una función de teatro en la prisión se convierte en la excusa para que los presos pasen un rato con sus parejas

Un drama consiguió romper la monotonía de la vida de la recién inaugurada cárcel de Soto del Real. A las 17.30, cuatro módulos de este centro penitenciario, en el que residen 800 reclusos, estaban citados en el salón de actos. Allí, el grupo de teatro Fendetestas ofrecía una representación de una obra de Enrique Jardiel Poncela: Madre (el drama padre). Era la segunda vez que se convozcaba a los presos para asistir a un espectáculo. Además de todo lo apetecible que pueda resultar para un preso ver teatro, hubo otra razón de peso que consiguió llenar el salón de actos de la cárcel, con 200 butacas de aforo: hombres y mujeres iban a coincidir en el patio de butacas. "¿Y los hombres?", "¿Van a venir, no?", eran los primeros comentarios que hacían las 45 mujeres del módulo cuatro, las primeras en llegar. "Yo he venido fundamentalmente por si venía mi mujer. No es tan fácil coincidir con ella", decía un hombre. "Lo de las mujeres es una buena razón. Es el único rato agradable que se pasa aquí", decía otro recluso.Cuando llegaron los hombres. ya estaban sentadas las mujeres Entonces explotaron las escenas de amor, ante la impotencia de los funcionarios, que trataban de que los presos no se excedieran en sus demostraciones de afecto. Intervinieron también los funcionarios, como acomodadores: los hombres no se mezclaron con las mujeres tanto como ellos pretendían.

El público estaba un poco distraído cuando comenzó la representación. Pero poco a poco se fue metiendo en la historia y no hubo ninguno que abandonara su asiento hasta el final. Sobre todo cuando apareció en el escenario un preso vestido con el clásico pijama de rayas. Fue, aclamado con calurosos aplausos. "Me he fugado esta noche" decía el-personaje. Y el público contestaba con aplausos y risas. "He salido de permiso del penal", continuaba el preso de mentira. Y más risas y aplausos. El humor de los presos de verdad acompañó ya todas las intervenciones de ese actor.

"Es una forma de evadirse del sistema carcelario y estar en contacto con el exterior. Aquí no se está incómodo, dentro de lo que cabe, pero relacionarse con mujeres gusta", comentaba un hombre. "Es divertido. Lo que hace falta es que se repita" decía otro. "Cuantas más actividades, pues, mejor" replicaban dos mujeres.

"Esto, es una comedia para disfrazar la parte negativa. Pero un compañero nuestro está en huelga de hambre porque le niegan el tercer grado", explicó un joven cuando bajó el telón. Entonces, las escenas de amor entre hombres y mujeres se repetían mientras los funcionarios insistían en que abandonaran el salón. Porque a las ocho tenían que estar formados para el recuento. Después, la cena, y a las 8.45, recogidos en sus celdas. "Es cuando estamos tranquilos" aseguraban.

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