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Renfe, año uno

La compañía ferroviaria empieza a explotar la 'revolución Sala'

12 de abril de 1991. El Consejo de Ministros nombra a Mercé Sala presidenta de Renfe. Una empresa tradicionalmente masculina -tan sólo el 8,5% de su plantilla actual son féminas- se encuentra, por primera vez en su historia, con una mujer a su frente. Un giro premonitorio de otros, que, hoy, más de una legislatura después, empiezan a tomar cuerpo en la compañía ferroviaria.Sala llegó a Renfe con una idea fija: dirigirla como una auténtica empresa privada. Por ello, decidió impulsar la división de la compañía en unidades de negocio absolutamente independientes, una idea heredada en mantillas de su antecesor, Julián García Valverde. Sus críticos ven en esta práctica "un claro intento de iniciar la privatización de. la compania". "Con la división se pretende dar a Renfe una ordenación más racional, en la que imperen los criterios de gestión empresarial pura y dura, y no otros", recalcan sus defensores.Mientras este debate continúa sobre el tapete, la transformación de Renfe va quemando etapas. La firma del contrato programa con el Estado y el preacuerdo de un convenio bloqueado desde 1994 son, tal vez, las dos notas más significativas en los últimos meses.

. El contrato programa 19941998, aprobado por el Consejo de Ministros en octubre del año pasado, clarifica de manera prácticamente definitiva la relación entre el Estado y Renfe: el primero se hace cargo de los costes de mantenimiento de la carretera ferroviaria, asume su deuda histórica y establece un abanico de subvenciones para las distintos servicios (cercanías, fundamentalmente). En total, un billón y medio de pesetas en estos cinco anos. A cambio, Renfe debe cumplir una serie de condiciones de cobertura de servicios, calidad y puntualidad que ya están siendo estrechamente vigiladas.Gestión privada

Además, el contrato-programa ponía las vías para que Renfe comenzara a funcionar, con algunas matizaciones, con criterios de empresa privada, tal y como pretendía su presidenta. Ese camino no sólo está emprendido, sino que ha llegado a su primera estación, tras un corto periplo: los resultados de 1994, reforzados por los obtenidos en el primer cuatrimestre de este ejercicio.

La principal conclusión que se extrae de la complicadísima cuenta de resultados de Renfe es que no tendrá que recurrir a la totalidad de los fondos que el contrato-programa había previsto para cubrir el ejercicio pasado. Serán 8.424 millones de pesetas menos de los 317.082 millones esperados. Otros datos llamativos son el incremento de 3.600 millones de los ingresos comerciales, la disminución en los gastos de 14.000 millones y los 304 millones de beneficio con los que cerró el AVE el año pasado. Una tendencia que se ha mantenido entre enero y abril de 1995, según explicó ayer mismo en el Congreso de los Diputados la propia Sala. La presidenta de la compañía pública destacó que la aportación del Estado por los contratos de servicio que mantiene con Renfe por la gestión de la carretera ferroviaria y las subvenciones por viajero en trenes de cercan as y regionales fueron de 61.462 millones de pesetas, un 2% menos que en el mismo periodo del año anterior.Los trenes regionales y los de largo recorrido, donde la competencia de la carretera es enorme, siguen siendo los grandes quebraderos de cabeza de Renfe. La reducción de servicios y un amplio conjunto de acuerdos con las comunidades autónomas para que apoyen financieramente las líneas deficitarias pero con atractivo social, son los remedios ideados piara aliviar esta situación.

Pero la gran asignatura pendiente en Renfe era la firma de un convenio colectivo tras casi dos años de negociaciones, asunto resuelto hace escasamente dos semanas, aunque a falta de la rúbrica final, algo que prodía producirse en el transcurso de la próxima semana. El acuerdo vincula, por primera vez, una parte de las subidas salariales a la productividad, medida en la consecución de determinados objetivos económicos, precisamente los que figuran en el contrato-programa. Al margen de ello, en 1994 el incremento salarial pactado es cero. En 1995 y 1996, los salarios subirán el IPC menos un 0,5%, con cláusula de revisión salarial siempre que la inflación supere en medio punto la prevista en los presupuestos generales de cada año.

El panorama laboral de la empresa pública ferroviaria se completa con el acuerdo empresa-sindicatos para realizar una reducción de plantilla que superará las 6.000 personas en cinco años, según se recoge en el contrato programa.

Negocios y política

El puesto de presidente de Renfe siempre ha sido algo más que un cargo. Ha desempeñado el papel de trampolín o de refugio de personas con cierta relevancia y pretensiones políticas. El caso de Mercè Sala, a pesar de unos inicios nada claros y de su buena relación con el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, parece algo distinto."Los antecesores de Sala tenían más poder que el ministro del ramo. Ahora, la situación ha cambiado y la presidenta ejerce de tal, sin más metas", resaltan fuentes que conocen al detalle los entresijos de la compañía ferroviaria. "Además, el precedente de Julián García Valverde [anterior presidente de la compañía, al que el caso Renfe le costó su puesto de ministro de Sanidad] y la fuerte personalidad del ministro de Obras Públicas y Transportes [José Borrell], aconsejan tranquilidad y prudencia", precisan aún más. De cualquier forma, Mercè Sala no ha perdido el pulso político y continúa estando presente en el selecto grupo de influencia del PSC-PSOE. Es más, en los últimos días corren fuertes e insistentes rumores sobre su posible retorno a Cataluña para optar a un destacado puesto político.

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