El Rayo brilla de nuevo
El equipo de Vallecas, único que preside una mujer, retorna a Primera un año después
Hubo algo de carambola, que es como el Rayo suele hacer estas cosas. Un año después, sólo un año después, el único equipo de barrio que triunfa en el fútbol español está de nuevo en Primera División de fútbol. Dependía de un tercero, el Lleida, que falló y le hizo el favor ayer. Tan inesperado resultó que las celebraciones brillaron por su ausencia. Vallecas no se volvió loca como Mérida, cuyo equipo ascendió ya el sábado.Incluso fue inesperado para Teresa Rivero, esposa de Ruiz Mateos y presidenta del Rayo. Recibió la noticia en su domicilio, tras regresar de misa, y ajena a un dato histórico: se ha convertido en la primera mujer española que preside un equipo de Primera. Algunos jugadores se juntaron en una céntrica discoteca. Y allí sí hubo juerga, una juerga que habían empezado la noche del sábado, en el avión de regreso de Barcelona. Tras empatar con el filial azulgrana estaban al borde del ascenso. Su fiesta contrastó con el silencio de otros ilustres viajeros, los jugadores del Real Madrid.
Paquito, la clave
Paquito, el entrenador clave en este ascenso, conoció el empate del Lleida en el Vicente Calderón, mientras asistía al partido Atlético de Madrid-Español. Por supuesto, nadie le adivinó un mínimo gesto de euforia. Luego, por la noche, su poco cariño por las celebraciones le llevó únicamente a dar un solitario paseo, como a él le gusta. Al Calderón fue y vino en metro, que es el medio de transporte que utiliza. Porque Paquito tiene unos extraños gustos para un mundo tan particular como el del fútbol. Todos los días, a las diez de la mañana, baja lasescaleras del metro de Plaza de Castilla, procedente del hotel donde vive, y monta en el vagón para devorar veinte estaciones, destino Vallecas. Sin corbata, sin nada que delate que vive en un mundo de millones, guardado en una sencilla cazadora, intentando pasar inadvertido. "El de la pinta de obrero", que dicen algunos aficionados. Y lo consigue. Sólo algunos expertos le reconocen. "Francisco García Gómez... ¿cuánta gente se llamará así?", comenta.
Lo hace por economía y por tranquilidad. "Es barato," explica "rápido e ideal para que un paisano de Asturias, canoso, con pinta de cobrador de facturas, no llame la atención. Hace 20 años, cuando entrené al Atletico Madrileño, me pilló en coche un atasco y tardé una hora para recorrrer cinco kilómetros. Y me dije: "una y no más santo Tomás".
"Si fuera Laudrup", confiesa, "seguro que no viajaría en metro. Sería la leche". Y añade: "Pero quitarle el regate a Onésimo
[su jugador más carismático], le convertiría en una nulidad. En él tiene su mayor virtud y, a la vez, su mayor defecto. Sería absurdo intentar cambiarle", dice. "Pues yo, lo mismo".
Paquito, de 56 años, ex jugador del Oviedo y del Valencia, volvió a Madrid el pasado noviembre desde su paro valenciano. Sustituía a David Vidal con la nada fácil tarea de resucitar a un equipo moribundo, que no levantaba cabeza tras haber descendido perdiendo la promoción con el Compostela. Y lo ha llevado a Primera.
Ni en días como ayer es fácil oírle una palabra de autosatisfacción. Y eso que los números le delatan. En 26 partidos ha sumado 40 puntos. Pero da igual. Hoy, como siempre, Paquito volverá al metro. Próxima estación: Primera División.
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