Mercadotecnia equivocada

Al que dice que el cliente tiene razón y hay que mimarle, me gustaría invitarle a dar un paseo por algunos de esos macrocentros de consumo que combinan en su interior la comercialización de revistas con objetos de cualquier índole. Con unos privilegios adquiridos que la nueva Ley de Horarios Comerciales no ha sabido -¿por qué?- limitar, uno puede sentirse humillado si decide dirigirse al departamento de revistas y prensa.Cuando uno toma la decisión de entrar en estos locales comerciales, le ofrecen descuentos, gangas a mitad de precio y productos con muy baja calidad, pero, eso sí, que nadie se acerque a los departamentos de prensa. Se ha convertido en yu-yu intentar echar un vistazo a cualquier publicación. Que a nadie se le ocurra esta iniciativa, pues a la mala educación del dependiente se le puede unir el bochorno de escuchar por los altavoces del centro comercial la siguiente frase: "Les recordamos que está prohibido leer las revistas". Si está prohibido, uno se pregunta por que se encuentran al alcance de todos. ¿Hasta cuándo tenemos que aguantar las amenazas de estos dependientes?

Ni los VIP de Plácido Arango , ni los establecimientos Crisol, ni siquiera el tan cacareado FNAC se andan con chiquitas cuando un anónimo cliente entra en su establecimiento y se le ocurre ojear cualquiera de las revistas. Con esta política de marketing, si se puede llamar así, lo único que están consiguiendo es echar al cliente de estos establecimientos. Nadie, por entrar en un establecimiento comercial, está obligado a realizar una compra.-