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El Valencia complica la UEFA al Athletic

Un Valencia más motivado que de costumbre frenó el buen momento del Athletic de Amorrortu en un partido intenso. Desahuciado de la Liga por su mediocre campaña, al Valencia sólo le resta mantener en pie su maltrecho prestigio. Así lo hizo. Ayer intercedió con agresividad y técnica en contra del Athletic, que vio lacerada así su progresión hacia Europa.Pasó un ciclón blanco por Mestalla en los primeros 10 minutos. Algunos detalles resultaban prometedores. Arroyo aportaba calidad en el centro del campo, Mendieta apuntaba más alto en unos minutos que Otero en toda la Liga y la sociedad Penev-Mijatovic quería vivir una noche grande de fútbol. Todos ellos se confirmaron en mayor o menor medida en el trascurrir del encuentro. Una y otra vez se repitió la misma jugada. Fernando lanzaba largo a Mijatovic y la carrera zigzagueante de éste poblaba de peligro la meta de Valencia. El Athletic asistía atónito al despliegue ofensivo de su rival.

El gol local, sin embargo, trocó el ciclón en vientecillo. El Athletic entró por fin en contacto con el cuero y el Valencia experimentó un cambio táctico: se guareció y buscó con rapidez el golpe definitivo. Muy propio del talante estratégico de Parreira. Esta vez, no obstante, su equipo estaba dotado de un cariz muy distinto: la misma agresividad que le permitió tumbar al Zaragoza. El centro del campo se pobló así de minas para los jóvenes jugadores vascos. La figura de Penev emergió en la que puede ser una de sus últimas noches en Mestalla. Sus actuaciones son imprevisibles, pero pocas dudas restan después de las dos magistrales asistencias que permitieron que Arroyo marcara en sendas ocasiones.

La zurda de Garitano, sin embargo, equilibró de nuevo el encuentro. Fue un latigazo seco, lleno de veneno, que sorprendió a Zubizarreta. El cuadro local, sustentado hasta esos momentos por hombres con largos periodos de abstinencia (Arroyo, Mijatovic y Mendieta) desfallecía inexorablemente. Toda la portería se le apareció a Valverde tras un servicio de Lakabeg. Pero lanzó al cielo. Saltó al césped Ziganda en busca del asedio definitivo. El efecto, en cambio, fue el contrario. El Valencia retomó el pulso al encuentro en el último tramo y la grada, que había recibido al equipo con una sonora pita, lo despidió entusiasmada,

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