El Madrid fuerza el quinto partido
El equipo de Obradovic se impuso al Barça en un choque lleno de nervios
Habrá un quinta y definitiva partida. La cuarta fue ganada por las blancas de forma poco ortodoxa, con un guión bastante diferente a los anteriores (una especie de mezcla de un poco de todo y bastante de nada) y con la mayor dosis de incertidumbre vista hasta el momento. Fue un choque tenso, nervioso, nadie logró imponer ningún criterio ni estilo y las piezas se movieron con anarquía por el tablero, Eso sí, hubo más emoción que nunca y curiosamente, al final, con ambos equipos acuciados por el tiempo (al Madrid le sobraban minutos para mantener su ventaja y al Barcelona le faltaban para enjugarla) al conjunto blanco le llegó la inspiración al ponerse en manos de San Sabonis, que encadenó 7 puntos que resultaron concluyentes.
Al Madrid se le suponía la dosis de nerviosismo que siempre provoca la proximidad de la eliminación. Pero tampoco el Barça podía dormirse en los laureles Un equipo maduro sabe que las oportunidades no se deben dejar pasar, y el tener a su rival contra las cuerdas es una de las mejores Además, sólo cuarenta minutos separan el estar, a un partido del éxito a pasar a estarlo del fracaso. Esto provocó que la condición sicológica de los participan tes fuese pareja.
Los antecedentes en anteriores partidas habían producido algún que otro cambio en la jerarquías de ambas plantillas, sobre todo en la del Barcelona. Dos actuaciones magníficas de Fernandez le habían ascendido en el escalafón hasta convertirse en la reina negra (azulgrana). Como consecuencia, las primeras maniobras del colectivo blanco fueron dirigidas a que un par de sus peones (Henry y Santos) bloqueasen sus movimientos. Tuvo éxito en su objetivo, y el principal peligro barcelonés no apareció hasta la segunda parte, cuando el tablero estaba mucho más abierto y Fernández pudo moverse a gusto y causar más de un desaguisado, aunque no el suficiente.
Sabonis, en peligro
Donde no tuvo tanta fortuna el Madrid fue en conseguir que su reina, Sabonis, tuviese una mayor actividad productiva que en el tercer partido. Sabas salió rápidamente por delante de su línea de peones y se cobró alguna que otra pieza en el primer cuarto de partido, pero acabó, debido a las faltas personales, en una situación peligrosa, a un par de acciones de verse engullido y terminar en la caja (banquillo) sin solución de retorno. El ajedrecista Obradovic lo retiró a posiciones inactivas, cuando todavía faltaban 30 minutos y el marcador ni siquiera se había despertado (19-17).
Aisladas las reinas, la partida se convirtió en un asunto engorroso. Nadie se decidía a plantear una batalla abierta, y las posiciones defensivas se iban haciendo cada vez más aguerridas. Salió de su escondrijo una torre blanca poco activa en los últimos tiempos, Antonio Martín. El pivot madridista, aislado en una esquina de donde siempre parece que está a punto de emerger para confirmar los buenos augurios que desde el inicio de su carrera ha provocado, tuvo una actuación al fin convincente. Sujetó a Middleton y se le vió en el ataque. Su esfuerzo, junto al acierto de Arlauckas y el inteligente Lasa (cuerpo de peón, pero cabeza de rey) sirvió para que la lucha se mantuviese abierta a pesar de que el intercambio de damas siempre resulta deficitario para el Madrid.
Nueva partida
El minuto 25 (44-44) marcó el inicio de una nueva partida dentro de la partida. Dos triples de Lasa y una fase de desasosiego barcelonista dieron como resultado una clara ventaja blanca (57-45, minuto 30). Era una de esas situaciones de revista de pasatiempos donde dice "blancas juegan y ganan en 3 movimientos". A Obradovic le debió parecer demasiado fácil la resolución, y optó por colocar a sus dos bases en la pista. Esto se suele interpretar como el deseo básico de controlar la situación y un intento que el reloj corra sin el riesgo de perder lo arduamente ganado hasta ese momento.
Pero los jugadores madridistas cometieron un craso error en la táctica. Hay que seguir avanzando (metiendo canastas) y existe un- tiempo límite para cada movimiento de las piezas. Si no se hace lo primero y se produce lo segundo se puede perder la ventaja conseguida. El Madrid se bloqueó, y el Barcelona sacó a la palestra otra vez a su mejor pieza, Fernández. Los peones blancos se sacrificaban, y Fernández iba una y otra vez a la línea de tiros libres. A falta- de tres minutos, la ventaja blanca era insignificante (68-64).
Entonces surgió Sabonis. Obradovic le colocó a su lado a un alfil reconvertido en peón, Txetxu Biriukov, y el lituano. barrió. Dió jaque con dos machaques consecutivos a los que el Barcelona respondió a duras penas (73-70 minuto 39) y cantó mate con un movimiento de espaldas a canasta que acabó con dos puntos y tiro libre adicional.
El Barça se rindió, pero no hizo caer su rey. Sigue vivo, como también permanece en pie. el del Madrid. El próximo martes, resolución de la serie. A pesar de los desperfectos, todo se inicia de nuevo. Estarán los peones, torres, alfiles, caballos y por supuesto, las dos reinas. Será una de esas partidas que definen a los hombres y los niños. O lo que es lo mismo, a los que tienen vocación de peón o aspiran a convertirse en reinas.
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