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Jospin promete a los franceses una presidencia 9 socialdemócrata de 5 años

Enric González

Lionel Jospin plantea a los franceses la siguiente pregunta: "¿Qué dirían ustedes de un quinquenato socialdemócrata?". El candidato de la izquierda rechazó ayer, desde las páginas del dominical Le Journal du Dimanche, el grito de alarma conservador ante la posibilidad de encadenar 21 años de presidencia socialista, tras los 14 de François Mitterrand. Jospin repitió que su mandato no duraría siete años, sino cinco, y marcó distancias respecto al término "socialisino". Lo suyo, declaró el aspirante al Elíseo, sería una experiencia socialdemócrata "basada en la eficacia económica, la justicia social, la democratización de la vida pública y la acción por la ecología".

En la entrevista publicada ayer por el dominical parisiense, Jospin admitió que, con un 60% de los electores declarándose de derechas, la aritmética no le es favorable. Y reconoció que no esperaba su victoria en la primera vuelta: "Me sorprendió, en la medida en que yo mismo había interiorizado lo que decían los sondeos".El candidato socialista se mantuvo firme, sin embargo, en su esperanza de triunfar el domingo próximo y, después, alterar radicalmente el mapa político francés: "La elección del presidente de la República modificará instantáneamente la geometría de las fuerzas políticas. Tras la disolución de la Asamblea Nacional [y la convocatoria de elecciones generales], en torno al programa que he presentado a los franceses creo poder unir a mucha gente y crear una dinámica nueva".

Jospin basó su esperanza en la victoria sobre el hecho de que la campaña hubiera "cristalizado finalmente en temas aportados y desarrollados por la izquierda: la igualdad de oportunidades, la laicidad, la lucha contra la marginación social, etcétera".

La, estrategia de Jospin para los últimos días de campaña está perfectamente definida: los votos, se buscan en el centro. Para atraer a la volátil masa de votantes moderados y más bien europeístas que, tradicionalmente, decanta la balanza hacia uño u otro candidato, Jospin ha colocado a Jacques Delors como mascarón de proa de su proyecto.

El ex presidente de la Comisión Europea ejerce un irresistible atractivo para millones de franceses. Su imagen de funcionario gris, competente, riguroso y honesto, negado para la demagogia, capaz de trabajar con los gaullistas (como cerebro de la planificación económica) y ser anos después ministro de Finanzas socialista, resulta balsámica para un gran número de electores que, como en la primera vuelta, dudan aún sobre qué candidato situar en la presidencia.

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Delors, primer ministro

En el entorno de Jospin se sugiere con insistencia que Delors podría ser primer ministro, aunque éste lo haya desmentido ya varias veces con toda rotundidad. Desde el jueves, Delors no niega nada. Deja que digan, porque el rumor, aunque sin fundamento, refuerza las posibilidades de la izquierda. En cualquier caso, siempre señala la necesidad de que una nueva generación tome el relevo.

El sábado, en una entrevista a Le Monde, Delors manifestó: "En la Francia de mañana hay sitio para todo el mundo, pero la gran suerte de Lionel Jospin consiste en poder apoyarse sobre una nueva generación de hombres y mujeres, con el espíritu nuevo y en perfecta ósmosis con la sociedad". Quedó implícito que a la cabeza de esa nueva generación estaba su hija, Martine Aubry.

Jospin procura por todos los medios alejarse del pasado reciente del Partido Socialista (PS). Los Laurent Fabius, los Michel Rocard, los Jack Lang, todas las viejas caras del PS que los franceses mandaron al limbo político en las elecciones generales de 1993, permanecen semiocultos. Al frente de la candidatura sólo figuran el propio Jospin y los Delors, padre e hija, una pareja no involucrada en casos de corrupción y con una actitud crítica respecto al balance global de Mitterrand.

Existe todavía un 20% de indecisos, un porcentaje capaz de dar un vuelco al último sondeo publicado antes de la semana de silencio de encuestas: 55% para Chirac, 45% para Jospin. Las opiniones deberían quedar sedimentadas a partir del debate televisado de mañana, por lo que ambos candidatos preparan a conciencia el decisivo envite.

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