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La Guardia Civil pide el desalojo de 13 familias 'okupas' de un cuartelillo

Los conocen como "los del cuartel". Trece familias ocupan desde 1991 la casa cuartel de Fuencarral que la Guardia Civil abandonó por su estado ruinoso. El instituto armado ha solicitado a los jueces su desalojo para devolver el edificio a la familia que se lo arrendó en 1949. Hace cuatro años los propietarios pidieron al entonces director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, la devolución del inmueble. Pero la finca ya tenía un nuevo uso: servir de cobijo a personas con problemas de vivienda.

El antiguo cuartel, un edificio de ladrillo con dos plantas, está situado junto a la ermita de San Roque. La Guardia Civil lo arrendó a su propietario en 1949 por 7.800 pesetas mensuales. Los sacerdotes de la cercana parroquia de San Miguel recuerdan que hace nueve años el recinto ya no se utilizaba como acuartelamiento.Tras la marcha del instituto armado, Mercedes Maroto, con 41 años y cuatro hijos, fue la pionera en dar uso civil al inmueble. "Vivíamos en Batán en un piso de alquiler y como no podíamos pagarlo nos desahuciaron", explica.

"Con el dinero que saco limpiando casas no puedo pagar un alquiler. Yo nací en Fuencarral y un día paseando por aquí ví el cuartel abandonado y decidí entrar con mis hijos", añade. "Estaba todo destrozado, sin baños ni tuberías; menos mal que me ayudó la parroquia", concluye.

Después fueron llegando los demás, cada uno con su historia, aunque en todas ellas hay un denominador común: el precio de los alquileres. Las casas estaban en muy mal estado y tuvieron que arreglarlas para hacerlas habitables.

Los de¡ cuartel no se sienten queridos en el barrio. "Con nosotros viven cuatro familias gitanas y nos reprochan que las hayamos dejado entrar. ¿Qué quieren, que los echemos? Son gente como nosotros", explican. "También nos acusan de vender droga y no dejan. que nuestros hijos jueguen con los suyos", añaden.

"Es verdad que entre nosotros hay dos toxicómanos, como en tantas vecindades, ¿y por eso somos traficantes?", apostillan. "En el fondo, les molesta que nosotros hayamos hecho algo a lo que ellos no se han atrevido", concluyen.

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Los vecinos de la zona no tienen acusaciones concretas contra estas familias. Sólo muchas sospechas y mucho miedo. "No se han metido con nosotros nunca, pero tienen unos perros muy grandes y ya no pasamos tranquilos", explican.

Los recelos se centran especialmente en las cuatro familias, gitanas. "Poseen unas furgonetas muy buenas y, si no les vemos trabajar, de algún sitio tienen que sacar el dinero ¿no?", añaden. "Nosotros animamos a una vecina con problemas económicos a entrar al cuartel, pero hay quien se atreve con esas cosas y hay quien no", matizan. "Ellos necesitarán vivienda, pero también otros vecinos", concluyen.

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