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Tribuna:BALONCESTO / FINAL A CUATROAL CONTRAATAQUE
Tribuna
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Miss Europa

Los amigos de EL PAÍS, seguramente impulsados por el didáctico afán de mostrar a sus lectores no sólo el periodismo de calidad al que normalmente les tienen acostumbrados, sino también las más absurdas divagaciones de personajes poco dotados para la expresión escrita, entre los que sin duda me encuentro, decidieron confiarme un espacio dentro de su sección dedicada a la final four. Cuando, tras horas y horas ante el ordenador, decidí llamarles pidiendo asesoramiento sobre la línea en que se debería desarrollar el artículo, me respondieron que podría enfocarlo sobre los sentimientos provocados por el hecho de que el jueves, a eso de media tarde, dejaría de ser vigente campeón de la Liga Europea, je, je, je.Disimulando la mala leche que dicho comentario provocó en un servidor, decidí seguir su consejo y torturar a los lectores.

El primer y principal sentimiento provocado es el de, para qué negarlo, envidia de los jugadores del Madrid por aquello de la cercanía. Envidia de las situaciones que van a vivir y que, a pesar de haberlas vivido personalmente con anterioridad, no te gustaría dejar de hacerlo nunca; envidia de los sentimientos de presión que se viven en una concentración de una semana en la que te juegas no sólo el trabajo de muchos años; envidia de sentirte el protagonista absoluto por unos días, y envidia del ambiente del equipo-consciente de que puede pasar algo especial. Incluso ¡siento envidia de las sesiones de vídeo!

Pero además de envidioso también me siento solidario con los jugadores merengues, porque hay circunstancias que me recuerdan lo que viví el año pasado en Tel Aviv, empezando por el entrenador (por cierto: suerte, Zeljko), siguiendo por el sentimiento de revancha que nosotros teníamo tras perder en Estambul en el último segundo y que me imagino que ellos tendrán frente al Limoges su verdugo de Atenas hace dos años, y acabando por las excursiones matutinas con su entrenador.

Pienso que la manera más gráfica de expresar estos sentimientos sería la de imaginar la ganadora de un concurso de belleza entregando su banda a la vencedora del año siguiente; por cierto, ¿os imaginais a Jordi Villacampa entregando el trofeo a Chechu Biriukov dándose besitos al mejor estilo de los concursos de Miss Universo?

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