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FÚTBOL SEGUNDA DIVISIÓN

El Rayo da otro golpe

Los de Vallecas derrotan a un Toledo más vistoso

El partido no cambió la vida de la categoría. Al contrario, la dejó con la misma salud de siempre: el Rayo arriba, igual de firme en su carrera por el ascenso, y el Toledo en medio, a tiro lejano tanto de la promoción como del descenso. Por no mover nada, la cita hasta conservó el instinto goleador de Guilherme, que volvió a aparecer a la hora justa y por el callejón oportuno para desenfundar su derecha y decidir el desenlace. Y conservó, claro, el protagonismo de Onésimo, el regateador por antonomasia.Esta vez, eso sí, Onésimo se encontró un competidor en el bando rival: Pardina. El delantero toledano firmó la mejor acción del partido, una de ésas que valen por todo un año de fútbol. Para coleccionistas. A los 10 minutos se encontró un panorama no demasiado cargado de contrarios (Cota, Lema y De Quintana) y un compañero por si acaso, Thompson, a su izquierda. Pardina agarró la pelota en el medio campo y llegó con ella cosida hasta el corazón del área. Fue una carrera mágica, llena de amagos, de suaves movimientos de cintura que doblaron sin compasión a Cota y Lema. De Quintana, que reculaba a su paso, sufrió la feria de fintas de su opositor. Fingía el pase y seguía con el balón. Una y otra vez. Con los tres rayistas en el. suelo a sus espaldas, Pardina enganchó el remate. Wilfred dejó en nada la obra maestra.

El desplante de Pardina (lo es atreverse a pintar una jugada así en las mismas narices de Onésimo y, además, en su propia casa) fue contestado con contundencia tan sólo tres minutos después: una acción que inauguró la victoria del Rayo y liquidó al Toledo. Fue Guilherme. Apareció de nuevo solo por un rincón del área y ametralló con su derecha.

Onésimo terminó de vengar la afrenta. Trazó cuatro o cinco de esas curvas que llevan su nombre, salió milagrosamente vivo de dos patadas enemigas, y alcanzó el área fresco. Centró mal, pero Zapata, con un autogol, entendió que jugadas así merecen un final feliz.

El partido fue a menos en la segunda parte. Ya no se vieron los sorbos deliciosos de la primera. El Toledo siguió al mando, favorecido por el afán especulador del Rayo, pero mostró escaso peligro.

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