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BALONCESTO COPA DEL REY

El Amway impone su ritmo al Estudiantes

Luis Gómez

De aquel Estudiantes que coqueteaba con las alturas no hace más de tres años queda hoy un diamante en el desierto, Herreros. Un Zaragoza de ocasión le ha dejado sin aspiraciones. A fuerza de buscar la cuadratura del círculo en los despachos, el club estudiantil ha cometido un verdadero desfalco con una generación que prometía grandes cosas. En el mismo escenario, y con tres años de diferencia, el público ha visto cómo un equipo joven y esperanzado se ha convertido en un conjunto mediocre. Un Zaragoza menos pretencioso pero humilde (es un rico venido a menos) aprovechó la circunstancia para sumar la cuarta final de su historia.Las limitaciones de los dos semifinalistas eran evidentes y ello afectó al choque, que tuvo un recorrido irregular y accidentado. El Zaragoza apostó finalmente por unir su suerte al cambio de vestimenta que había operado en el partido contra el Barcelona. Es decir, vuelta a un ritmo lento y defensivo. Y el Estudiantes saltó a la cancha convencido de que su destino pasaba por las manos de Herreros. La actitud del Zaragoza, en cambio, era mucho más solidaria.

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Herreros no pudo ser Herreros más que en algunas acciones aisladas; Recibió un trato preferencia] por parte de su rival y anduvo a empujones buena parte de la jornada. Sin esa referencia, Estudiantes quedó prácticamente aislado. No tiene nada que ofrecer en ausencia de su estrella, desde los hermanos Martínez Arroyo a esa extraña tripleta de extranjeros que ha adquirido a bajo precio para cuadrar los balances.

Vista la inoperancia estudiantil, el Zaragoza siguió su camino hasta arrimarse a los 20 tantos de diferencia avanzada la primera parte (39-22 en el minuto 14). Le bastaba con mantenerse ordenado y sacar tajada de la muñeca de Toolson, un tirador realmente sorprendente por su dedicación exclusiva a los triples. El porqué al descanso no se llegó con la eliminatoria resuelta (43-37) habrá que explicarlo en las propias deficiencia del Zaragoza más que en las virtudes de su rival.

Y no sucedió otra cosa que el equipo maño cayó en un verdadero conflicto de personalidad. Y es que su apuesta por esta Copa del Rey es tan arriesgada como sorprendente: sencillamente juega de otra manera. Se ha vuelto una especie de equipo camaleón. Por pura lógica, este comportamiento tiene que conducir a momentos de confusión. Sin que mediara estrategia alguna, el Amway Zaragoza empezó a no jugar y permitió que el conjunto estudiantil resucitara y 1 recuperara sus opciones.

Ahora bien, esa oportunidad no sirvió de nada. Tales son los defectos del juego estudiantil que, teniendo. entre rejas a Herreros, sus posibilidades se fueron diluyendo por propia impotencia. Durante muchos minutos, y con el marcador abierto, Estudiantes dibujé un verdadero compendio de ataques desastrosos. Metido el partido en una fase muy discreta (Estudiantes a la deriva y el Amway Zaragoza sin encontrarse), el marcador quedó en suspenso hasta el minuto 34.

Faltaban entonces seis minutos y un finalista a decidir. Era un buen momento para observar la química de los dos contendientes. Llegaba la hora de tomar decisiones. El Zaragoza echó mano de lo que le quedaba, la ratonería de Turner para llevar el balón y la mano de Toolson para dar con el balón en la canasta. ¿Y Estudiantes? Pues ahí estaba Herreros a empujones con uno y otro. Del resto, mejor no hablar.

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