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Tribuna
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Las chicas

Rosa Montero

Con tanta zozobra política que estamos viviendo últimamente se me pasó el comentario, hace unos días, de la torpe pelea que la cada vez más reaccionaria Izquierda Unida ha mantenido con un buen puñado de sus mujeres. Las cuales, reconozcámoslo, tampoco pedían la Luna; no sólo no se ha respetado la cuota previamente pactada, sino que además, las chicas están colocadas en posiciones electorales perdedoras: el viejo truco, tan zafio y aburrido, de la mujer florero. Y es que, claro, IU puede sacar ahora muchos votos (tendrá probablemente más poder que nunca), y una cosa es ser muy modernos desde la palabrería y la demagogia y otra compartir de verdad el trozo de tarta.Me parece, además, que este conflicto de IU no es cosa aislada: acaba de salir un informe interna cional que habla del retroceso de las rnujeres en toda Europa en cuanto a su participación en la vida pública. En la política, por ejemplo, han bajado casi un 30%. Tendemos a creer que el progreso es cosa irreversible y que el mañana mejorará al hoy inexorablemente, un pensamiento consolador pero tontísimo: porque los logros sociales son construcciones delicadas que hay que apuntalar todos los días. Nos dicen ahora los popes de la supuesta modernidad que el feminismo es una antigualla, como si la sociedad hubiera supera do hace un milenio esas bagatelas del sexismo: lo cual no sólo no es cierto (no hemos llegado aún al equilibrio), sino que además hoy existe una clara ofensiva reacciona ria. Tal vez sea algo natural: las mujeres hemos avanzado tanto en tan poco tiempo que muchos hombres no han sabido digerirlo y están ahí, perdidos y asustados, contesando con ciega agresividad, que es como siempre se contesta desde el miedo. Una pena, porque el sexismo nos es claviza a todos. Pero algunos aún no se han dado cuenta.

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