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El Rayo pasa con agonía

Suplicó la hora. El Rayo se complicó la vida de forma absurda y acabó reclamando a gritos el' final del partido. El último tramo fue una agonía. Cada viaje del balón sobre el área rayista, aunque todos se trataran de simples ollas, se convirtió en un susto para la hinchada. Se las prometían felices los de Vallecas y terminaron por sufrir. Se clasificaron, eso sí. Y dejaron en el camino al Palamós.Nueve tipos con la destrucción del juego rival como principal cometido. Con estas, armas quiso al principio el alamós levantar una eliminatoria que le venía ya torcida de la ida (04) y que se le dobló aún más al, primer minuto de juego de la vuelta: primer avance, primer centro, primer remate y primer tanto. Para combatir en solitario por el terreno enemigo, Puche II y Javi, un artista del regate,

Parecía una medida descaradamente equivocada. Pero no. Los precedentes cercanos decían que, siempre que le quiso jugar de igual a igual al Rayo, había salido malparado. Ahora se trataba de atascar su discurso ofensivo (el gigantón Lima no dejó suelto a Gallego, el organizador local" en todo el primer tiempo) y convencerle de que se daba por buena la derrota mínima.El Rayo no jugó con la soltura de otras tardes. Y, efectivamente, no le importó mucho: se creyó clasificado.

Aquello desprendía un tufillo insoportable a cosa resuelta. El hedor no se fue ni cuando el Palamós, nada más comenzar la segunda parte, viró su estrategia: se olvidó del Rayo y se lanzó al ataque sin demasiada pólvora. Ni siquiera cuando el conjunto vallecano desperdició un penalti, que había nacido de la mejor jugada del encuentro: un pase vertical de Rodríguez sobre Michel. Navarro cortó la secuencia tumbando a Michel. El árbitro sancionó la pena, pero no expulsó al portero (¿por qué?).

De pronto, un. terrible zapatazo de Alex (ex rayista) despertó el partido y lo dotó de emoción, el condimento estelar Je la Copa. Vallecas se llenó de miedo (otro tanto en contra habría apeado a los de casa). El Rayo vivió al borde del infarto el último cuarto de hora. Pero al final, con el corazón a punto de una explosión, salvé la cabeza.

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