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El Barcelona sigue desafinado

Los azulgrana salvan un punto ante el Albacete con garra, pero sin tacto

José Sámano

El Barcelona llegó enfermo a Albacete y salió pálido. Vivió en el alambre durante 80 minutos ante un rival timorato y animoso que sembró el campo de chinchetas. Las trampas de Floro y el pobre discurso azulgrana convirtieron el duelo en un partido pastoso, turbio, lleno de enredos. El Barça jugó con tensión, con garra; pero sin tacto ni temple en la manija, los atributos que le hicieron glorioso. Hoy parece un equipo con excesivas dudas, con infinitas dificultades para recuperar su estilo. Sólo parece capaz de contrarrestar sus titubeos con el arma que ha exigido su entrenador para afrontar estos tiempos: fuerza y tesón.Era Albacete un campo para ponerse el mono de trabajo. Floro y el Carlos Belmonte obligan al rival a jugar en las calderas. Ahí, el Alba se mueve a gusto. En su hábitat conoce la dirección del viento, el bote del balón en el bache de la derecha o en el pelado de la izquierda.

Con el campo sembrado de minas, Cruyff apostó por el dibujo más personal: dos laterales (lván y Sergi), un central (Abelardo), dos interiores (Amor y Nadal), un pivote (Koeman), dos extremos (Korneiev y Hagi) y dos medias puntas (Bakero y Begiristáin). La misma partitura que llevó a este equipo a los altares, pero con otros intérpretes, incapaces de afinar la orquesta.

Con Guardiola de nuevo en la nevera, Koeman se ubicó en el eje. Una opción que resta velocidad en la circulación de balón, pero desatasca el tráfico con el pelotazo kilométrico y preciso. Lo intentó el holandés, pero el equipo no salió del túnel. Nadie acertó en su trato con el balón, en los marcajes o en el uno contra uno. El Barça fue una enciclopedia de errores.

Tampoco fue la tarde de Hagi y Korneiev, cosidos a las bandas, el terreno más inundado en las pizarras de Floro. El ruso no repitió la faena de su debú hace una semana. Es un jugador sutil, con un digno manejo de la pelota, pero no parece desequilibrante. Y Hagi fue tan irregular como anárquico y poco aplicado para reducir su zona de maniobra a la línea de cal. Dio la impresión de no sentirse a gusto en el agujero. Con las bandas sembradas de minas, ofensivamente el Barcelona quedó a merced del juego interior, donde se movio con más orden y rigor. Por ahí salvó un punto con Bakero, Nadal y Koeman. Tres tipos capacitados para ponerse el buzo, como exigía el guión de Albacete para no perder el tren de la esperanza. Sólo la actitud azulgrana dejó un resquicio de luz. Ahora falta recuperar la aptitud, el toque mágico de un equipo que vestía de etiqueta y hoy sólo se quita el chándal para sudar.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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