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SEGUNDA DIVISIÓN A

El Rayo se dispara

El equipo de Vallecas ya juega al fútbol y golea al Extremadura

Este Rayo es otra cosa. Ya juega al fútbol. Le ha bastado cambiar de técnico y enterrar del todo el proyecto de David Vidal para crecer de forma exagerada. El acto de magia esconde tres secretos bajo la manga: se ha bajado el balón al suelo, se ha recuperado la autoconfianza de la plantilla y, sobre todo, se ha desempolvado del desván de la suplencia a un futbolista prometedor y brillante, Josemi. El racimo de trucos volvió a resultar convincente: el Extremadura se fue de Vallecas con una goleada dolorosa bajo el brazo. El Rayo reforzó así sus aspiraciones de retornar a Primera: sigue arriba, en puesto de promoción y a dos puntos ya del ascenso directo.Aunque el partido del Rayo no fue completo, demasiado falto de continuidad, tuvo un sabor delicioso. Siempre pesaron más los tramos fascinantes que los plomizos, que también los hubo. La afición disfrutó. Vallecas se había acostumbrado en exceso al tedio de la era Vidal y agradece de forma desproporcionada sesiones de degustación como las de ayer.

Hace un mes, de las gradas sólo salían silbidos y quejas. Ahora viven en permanente estado de fiesta: el fondo de Las Brigadas, el lateral de Los Petas y hasta la exigente tribuna. Al convite se unieron ayer los estudiantes de Medicina, que no se resistieron a aparecer por el partido con sus reivindicaciones. Entre todos colorearon Vallecas.

El Rayo salió con la fuerza del cava. Juntó un primer cuarto de hora fabuloso, con Josemi y Onésimo haciendo diabluras por el último cuarto del campo, enseñando todo su repertorio de engaños. La salida explosiva finalizó con el primer tanto, una obra de arte. Josemi domesticó un balón enrabietado dentro del área y amagó el disparo. El gesto, sublime, mandó al suelo a dos defensores extremeños. El joven delantero rubricó su cuadro con un remate cruzado que acarició la red tras rebotar en el palo. El gol mereció todo el partido.

El conjunto de Vallecas ofrecía un discurso diferente al de otras mañanas. Buscaba la salida desde atrás por abajo, con la pelota controlada a base de toques cortos y seguros. Ni en los momentos de mayores apuros recurrió al pelotazo de costumbre, tan perjudicial para el cuello de los protagonistas. Y en la llegada se dejaba espacio para la plástica. El gol de Josemi habría sido, imposible en otros tiempos.

El tanto abrió el choque. El Extremadura consiguió escapar del rinc5n en el que le tenía acorralado el Rayo, le alzó la voz en el centro del campo (fue uno de :sus jugadores, José, el que empezó a llevar la manija del partido) y empezó a asomarse con peligro por las propiedades de Wilfred. El conjunto de Vallecas siguió inventando arriba, fabricando ocasiones a buen ritmo, pero también comenzó a sudar. El larguero y un par de intervenciones acertadas de su guardameta nigeriano evitaron males mayores. Alcanzó el descanso con un tanto de ventaja y con la afición entusiasmada por ese primer cuarto de hora brillante.

Partido empaquetado

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En la reanudación, el Rayo empaquetó el partido. Visjnic forzó un penalti al que Amador acudió de forma innecesaria, y Chesa marcó el segundo tanto. A partir de ahí, el encuentro adquirió un aire alborotado. El equipo de casa conservó su nueva política de sacar la pelota por abajo, pero aunó demasiadas imprecisiones.

Las ocasiones llovieron por ambos bandos. Las del Rayo, fruto de la inspiración de Onésimo y Josemi o de la brega de Visjnic. Las del Extremadura, gracias a una ráfaga de errores inexplicables de Baroja. El gol llamó con insistencia a la puerta de los dos equipos, pero volvió a caer del mismo lado. Tal vez el 3-0 fue un premio excesivo. De esos que el fútbol concede de vez en cuando a los equipos que buscan con obstinación la portería contraria aun a costa de poner en peligro la propia.

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