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El Museo Municipal cierra 15 de sus 41 salas por la falta de vigilancia

El Ayuntamiento trata de sustituir a la mitad del personal con objetores y azafatas

Visitar la prehistoria, la Edad Media, el Madrid de los Austrias o el siglo XX en el Museo Municipal no es nada fácil: las salas que albergan estas épocas probablemente estén cerradas al público. El motivo es que la plantilla de vigilantes se reduce casi siempre a la mitad, algo que los responsables del museo, dependiente de la Concejalía de Cultura, solucionaron el miércoles con el cierre de 15 de las 41 salas. También han reclutado a cuatro objetores -nunca deben cubrir un puesto de trabajo, según la legislación vigente- y ocho azafatas que sólo cubren las exposiciones.

En el año 92 había una plantilla de 22 y 21 vigilantes en cada turno. Varias jubilaciones y defunciones la han reducido a 17 y 16, respectivamente, aunque el pasado miércoles por la tarde un redactor de este periódico comprobó que eran sólo nueve los empleados que supervisaban las salas de este museo, que alberga el patrimonio histórico y cultural de la ciudad desde la época del paleolítico hasta la Contemporánea. Los ocho que faltaban se encontraban de "baja prolongada", tal y como indicaron en el propio museo.Ramón Herrero, portavoz de cultura del grupo socialista en el Ayuntamiento, ha denunciado que esta situación se repite desde el pasado julio. Este concejal asegura que él también visitó el museo ese mismo día por la mañana: sólo contó tres vigilantes en este museo que. tiene una superficie de 2.000 metros cuadrados repartidos en cuatro plantas.

Cristales rotos

Los vigilantes del museo se reparten por las salas siguiendo las indicaciones de los conservadores. Por ejemplo, hay un cuadro de Berruguete y un Goya que requieren, según estos especialistas, una persona dedicada por completo a su custodia. Los conservadores disponen también el número adecuado de vigilantes que debe haber en cada sala. Hacer otra cosa sería poner en peligro el material de este museo, que no goza precisamente de un buen sistema de seguridad.Hace pocos días alguien rompió los cristales de una sala de la planta baja y otra del primer piso, en la que se exhibe la importante colección de porcelanas del Buen Retiro. Pasó un día hasta que alguien se percató del incidente y se puso la denuncia en la policía. Y es que las ventanas de la planta baja tienen la altura de una persona, sólo selladas por una tela metálica, que también se rompió ese día. En el museo sólo se cuentan tres cámaras, apenas hay detectores antirrobo y cualquier cuadro se puede separar de la pared sin que suene una alarma.

"Los empleados se ponen enfermos, se jubilan y se mueren, como todo el mundo, pero eso no es una razón para cerrar salas", se quejaba Herrero. Los hechos, sin embargo, indican que en este museo se producen más bajas de lo habitual. Eso se debe a que todos los puestos de vigilantes se cubren con "personal sedentario", es decir, personas con salud delicada -diabéticos, epilépticos, o que sólo tienen un riñón-, a las que no les corresponde una jubliación anticipada, pero requieren un puesto en el que no realicen demasiado esfuerzo.

Carmen Herrero, jefa del departamento de museos el del Ayuntamiento, ve en esto la causa de tantos cierres. "La plantilla es suficiente para mantener el museo abierto, pero las bajas son muy difíciles de prever. Es un auténtico problema. Evidentemente, una plantilla de estas características no es la mejor solución", dice. Ignacio González, jefe de los servicios culturales del municipio, añade que estas bajas sólo se pueden cubrir si son definitivas. Y Herrero responde: "¿Se imagina alguien el British Museum cerrado al público por algo así? El responsable de un museo no debe dar nunca esa respuesta. Llevan seis años gobernando. Han tenido tiempo de solucionar ese problema".

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Sólo en los dos últimos años se han producido ocho jubilaciones y un fallecimiento. Estas plazas no han sido ocupadas. "Hemos pedido que se cubran, pero ese tema no depende de nosotros, sino del concejal de régimen interno. Siempre hemos tenido este problema", señala Carmen Herrero. Los cuatro objetores, según la responsable de museos, participan en trabajos internos del museo -oficinas- y no como vigilantes. Desde el pasado 2 de diciembre hay azafatas, pero sólo para vigilar las exposiciones temporales.

El presupuesto de este museo ha descendido desde el año 911 en 208 millones de pesetas. En estos momentos cuenta con una asignación de 316 millones con los que debe afrontar los gastos de personal, de mantenimiento y de inversión.

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