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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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Etíca y deporte (arquetipos)

Los principios éticos regulan el mundo civilizado y su conciencia colectiva en todos los sentidos y latitudes empezando por las actividades o ejercicios lúdicos. El deporte en general es. el que se atiene y vigila, en todo momento, la pureza y cumplimiento de esos principios como una exigencia omnipresente y a escala universal. Ética y deporte competitivo van siempre unidos desde sus orígenes. El adulterar o prostituir esta hermandad paradigmática comprometería muy gravemente la evolución normal del mundo civilizado y en todos los sentidos. Veamos algunos ejemplos significativos.Un reciente acontecimiento deportivo y con un solo protagonista ha provocado tal entusiasmo general que se ha convertido en un fenómeno social que continúa desencadenando pasiones y admiración; también a escala internacional, entre gentes de todas las clases.

¿A qué se debe un entusiasmo tan generalizado ante un acontecimiento deportivo que sencillamente consistía en recorrer el gran Induráin unos metros más, 327, en unos, segundos menos que su antecesor, un escocés, sin reparar, en los cientos de millones que seguramente habrán movilizado las gentes para ver ganar en unos segundos en bicicleta en una época de genocidios forestales y de Roldanes sueltos por doquier? ¿Por qué han intentado los franceses descalificar a un campeón intachable por si ha tomado un antiasmático inocuo cuando está permitido por inhalación?_

Dejando a un lado posibles rivalidades chovinistas, ¿a qué se debe la siempre y alertada vigilancia con sanciones inmisericordes a cualquier tipo de infracción de las normativas correspondientes a todos los deportes competitivos, empezando por las sustancias psicotropas?; ¿cuáles son los verdaderos orígenes y fines del entusiasmo desbordante que con frecuencia provocan tales deportes a lo largo de la historia y a escala mundial? A la cultura como tal, de ninguna forma, en cuanto este término o concepto universal se está convirtiendo en un vertedero de la cultura progre, cultura de la droga, cultura del sexo, cultura del pelotazo, etcétera.

Hace exactamente 30 años escribía refiriéndome al juego limpio: "La Ciencia, como necesidad inalienable de conocimiento, y el Deporte, como necesidad progresiva de superación -ambas actividades con mayúscula-, tienen una curiosa y singular coincidencia originaria, un tronco común, unos radicales gemelos. El calado histórico, existencial de estos radicales es tan profundo que ambas necesidades -deporte yciencia- continuarán teniendo asegurada una actualidad permanente a lo largo de civilizaciones y culturas con independencia del signo político de la época, de la latitud y de la raza". Todo podrá cambiar de rumbo: nuestra concepción del mundo cambiará, muchas instituciones desaparecerán, pero la ciencia y el deporte permanecerán como necesidad existencial mientras exista un hálito de vida sobre la tierra", y préguntaba: "¿A qué se debe esta curiosa y singular coincidencia entre recintos y ambientes tan dispares, como son el silencio y el recogimiento del laboratorio, del aula, de la biblioteca del diálogo sotario y la algarabía de los esta dios, a veces tumultuosa e incluso trágica?", como sucedió en Lima, que por un gol hubo cerca de cuatrocientos muertos y unos mil heridos... ¿De dónde brotan esos impulsos de justicia y con una fuerza cuasi telúrica en el deporte competitivo?

A mi entender, el origen de este arquetipo singular que mantiene dos actividades de elevado rango, en sí antagónicos, pero al mismo tiempo hermanadas -la ciencia y el deporte-, se remonta al neolítico, sobre todo tardío; que yo sepa, este origen no se ha registrado como tal en la literatura. Si la ética significa en lo fundamental las obligaciones del hombre comprometido, responsable en todas las dimensiones del obrar y sentir, cuyos principios posibilitan la cultura y su evolución posterior, podemos admitir que sus orígenes primogénicos comienzan en esa época, como expongo en otro lugar; sería conveniente ampliarlos con algunos datos recogidos en la misma Amazonia.

Cuando el hombre primitivo, en continua emigración grupal y en permanente, vigilancia para cazar y evitar ser cazado, adquiere nuevas posibilidades en la medida en que forma tribus o comunidades con territorios delimitados que permiten una vida más tranquila y sedentaria, agricola y agropecuaria..., entonces se crea una situación con nuevas exigencias: qué hacer con una población de jóvenes sanos, fuertes y con una historia de milenios seleccionados y regidos por la ley de la selva con el todo permitido; cuando los considerados viejos empezaban a flaquear, sus fuerzas les abandonaban, víctimas de rivales y depredadores?

¿Qué hizo el homo natura de entonces con el enorme capital de vitalidad juvenil y guerrera acumulado para evitar y superar el todo vale irracional, vivir más tranquilo y poder progresar ... ? Lo primero que debió de hacer fue canalizar los peligros de este exceso de impulsos biológicos o Antribüberschuss, como sucede en los niños. Para conseguirlo debieron de imitar, al principio, el frecuente jugueteo entre los cachorros de mamíferos salvajes y domésticos hasta convertirse en los primeros juegos y actividades lúdicas y que después evolucionaron en forma de concursos deportivos variados y gratificantes: desde lanzar un objeto para obtener un premio, la mujer deseada o un puesto de mayor rango, etcétera. Y todo ello sometido a una normativa, a unos principios. completamente opuestos al todo vale selvático de aquella época. Para aportar alguna prueba más en relación con esta conducta arquetípica como postulado -o verdad sin necesidad de pruebas- me desplacé a la Amazonia para conseguir de los aborígenes narraciones sobre sus costumbres, tradiciones y leyendas, que fueron numerosas; recordaré una de ellas. Organizaron un concurso entre varios jóvenes guerreros que aspiraban a un elevado cargo en la jerarquía de la tribu; entre los aspirantes figuraba el hijo del jefe. La prueba consistía en cazar una especie de puma peligroso en determinadas condiciones o principios normativos; en una región determinada, el mismo tipo de armas, sin redes y sin luces, etcétera. Cuando regresaron los aspirantes con sus trofeos todos quedaron sorprendidos cuando el jefe de la tribu mataba a su hijo: se comprobó que había mentido y este engaño no se podía consentir.

Casos de sacrificios hasta esos límites se vienen registrando a lo largo de la historia, por ejemplo en relación con la ética de las grandes religiones y principios castrenses a escala universal. Los principios en general podrán modificarse, claro está, pero como tales continuarán siendo el eje permanente, insisto, de todo desarrollo civilizado y culto, empezando por ras ciencias y el deporte; las termitas de la mentira o corrupción terminarán siempre arruinado todo proyecto y a cualquier latitud. Si las gentes, las masas, admiran y se entusiasman con el deporte hasta tales extremos es porque intuyen, y con razón, que es la única actividad donde con rara unanimidad se defiende a capa y espada la verdad descontaminada; lo mismo que en la ciencia frente al plagio.

Francisco Llavero es catedrático de Psiquiatría.

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