El cardenal de la transición
Socarrón, vitalista, fumador empedernido, amante de la buena mesa y mediterráneo de los pies a la cabeza, Vicente Enrique y Tarancón ha marcado con su fuerte personalidad la historia de la Iglesia española en este silo. En apenas dos años, Tarancón pasó de las pintadas en los muros de la intransigencia ultraderechista ("Tarancón al paredón") en 1973, a la homilía que abrió las puertas de la democracia durante la coronación del Rey en 1975.Símbolo de una Iglesia dialogante, este valenciano nacido en Burriana (Castellón) en 1907 pasó el trago más amargo de su vida durante los funerales del almirante Luis Carrero Blanco, asesinado por ETA en diciembre de 1973. Abanderado de la separación de la Iglesia y el Estado, Tarancón condujo el timón de la transición democrática para millones de católicos españoles y se opuso a cualquier intento de instrumentalización política de los fieles con un modelo de Democracia Cristiana a la italiana.
En 1982, dimitió como arzobispo de Madrid al cumplir 75 años y desde entonces ha vivido en Vila-real (Castellón) rodeado de su familia y de sus amigos. Pese a su retiro, Tarancón no ha abandonado los foros públicos. Miembro de la Real Academia Española y del Consejo Valenciano de Cultura, su verbo irónico se ha paseado por conferencias y debates.
Tras estudiar en el seminario de Tortosa (Tarragona), se convirtió en 1945 en el obispo más joven de España. Desde la diocésis de Solsona (Lérida) podía vislumbrar un futuro prometedor, pero la publicación en 1950 de una pastoral significativamente titulada El pan nuestro de cada día le costó una penitencia de 18 años en la ciudad catalana. En abril de 1964, fue trasladado a la conflictiva diócesis de Oviedo, capital de una Asturias sacudida por protestas sociales.
Pero los aires de renovación del Vaticano, que soplaron con fuerza tras la llegada en 1963 de Pablo VI a la silla de San Pedro, favorecieron el papel de un prelado crítico con la dictadura de Franco. El papa Montini le nombró cardenal en 1969 y primado de Toledo en 1971. Ese año fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal en medio del asombro y de la indignación de los obispos conservadores y del régimen franquista.
Desde tan estratégico puesto, este hijo de labradores preparó a los católicos para una transición pacífica, desde las entradas de Franco bajo palio en las catedrales a un modelo de Iglesia moderna. Florentino y cachazudo a un tiempo, Tarancón ha dicho de Juan Pablo II que "no es fácil entender a este Papa de cultura eslava". Desde su retiro entre naranjos, Vicente Enrique y Tarancón no ha ocultado su predilección por Pablo VI y el Vaticano II.
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