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La Real gana crédito a costa del Betis

El equipo donostiarra tuvo las mejores oportunidades en el Villamarín

A la Real Sociedad sólo le faltó ambición en el Villamarín. Leyó el partido mejor que el Betis y supo llevárselo al terreno que le interesaba. El reparto de puntos mantiene al Betis enfrascado en una batalla que, a prior¡, no es la suya (el debate entre los poderosos), pero destruye buena parte de la fama que arrojan los 20 goles anotados. La Real se delató pronto: buscaba, el empate. Pero Iriarte supo resolver el problema tras e descanso, porque el Betis no asustaba a nadie. El nuevo técnico donostiarra arriesgó en la segunda parte, mandando a sus hombres a por los dos puntos, una victoria que no cayó del lado de ninguno pero que sólo los visitantes tuvieron al alcance de la mano en tres ocasiones clarísimas en el área bética.La Real prefirió empezar llevando el juego al filo de la navaja. Apostó por el riesgo. Toda su estrategia se basó en la sincronización de la última línea para abortar la tromba ofensiva que quiso imponer el Betis. La táctica del fuera de juego es peligrosa porque deja demasiadas atribuciones a los jueces de línea. Es jugar a la ruleta rusa, tal y como actúan los linieres en estos días. Cuando sale bien, se convierte en una contrariedad aplastante para los delanteros. Emplear el sistema conlleva aún más riesgos cuando en frente hay un futbolista con el veneno de Cuéllar. Pero a la Real le valió la pena, porque Cuéllar cayó repetidamente en la trampa, a pesar de su astucia. Tan cómodos se encontraban los zagueros donostiarras que apenas dejaron que Alberto trabajara.

Las buenas ideas que fluían de las botas de Stosic o Márquez, quedaban en nada en la media luna realista. El banderín del juez de línea que acompañó el ataque bético se convirtió en el protagonista de una primera parte ramplona. El público la tomó con el auxiliar de Barrechea Montero, aunque este cometió muchísimos menos errores que los delanteros que sancionaba.

La paciencia aguantó hasta el minuto 34. Tras media hora plana de fútbol, la mejor ocasión vino a caer del lado realista, que se había pasado la noche evitando la batalla ofensiva por temor al contrapié. Kodro se escapó del marcaje de Ríos y puso un balón envenenado a Uría. El centrocampista debió marcar. Era un gol gratis, el regalo que sueña cualquier futbolista. Pero Uría desvió el balón fuera ante la sorpresa de Jaro, que ya casi había descontado que a esa hora llevaría encajados ocho goles.

El Betis mantuvo el tono después del susto. El partido siempre fue suyo en la zona muerta, pero de la Real en la franja del nervio. Alberto sólo tuvo miedo una vez. Menéndez enganchó un misil con la zurda que fue a estrellarse en los guantes del meta vasco.

La mentalidad de los vascos cambió tras el descanso. Karpin adelantó unos metros su posición. Kodro ya tenía un acompañante. El bosnio había trabajado solo durante los primeros 45 minutos, sin salvarse de la estrechez de un marcaje combinado entre Ríos y Menéndez. La Real se metió el partido en el bolsillo. El Betis, además, nunca se conformó con perder el dominio. No taponó las entradas de Luis Pérez. Tampoco supo entorpecer la labor de Karpin.

El Betis sólo confió en que un gol le sonreiría, tarde o temprano. Craso error, porque el ataque bético dejó de existir desde el momento en que los donostiarras secaron la fuente de imaginación de los verdiblancos: Stosic. Imanol estuvo a punto de hacer trizas la notoriedad que el Betis se ha ganado en la Liga. Su cabezazo se estrelló en el poste, con Jaro de espectador. Y sólo una vez, COIIÍ10 en la primera parte, el Betis hizo apretar los dientes a los realistas. Kowalczyc se benefició de un despiste y paseó un balón peligrosísimo por las narices de Alberto. Fuentes casi marca en su portería en su intento de desviar a córner. La jugada representó muy bien el perfil del partido: las oportunidades en las dos áreas fueron fabricadas por la Real.

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