Antípodas
Hombre, ni lo uno ni lo otro. Ni la ACB, ni Ramón Mendoza. La patronal del baloncesto español y el mandatario del equipo blanco se encuentran en las antípodas a la hora de analizar el "estado del baloncesto", y sospecho que a ninguno de los dos les asiste la razón. Para la ACB, la salud del basket es buena, por no decir excelente. Incluso experimentos como el triangular España-Francia-Italia (ni un español, ni un francés, ni un italiano en cancha) se saldan con gran éxito aunque logren batir el récord de bostezos televisivos del año. Para Mendoza, según declaraba esta misma semana a un diario deportivo madrileño, el baloncesto en nuestro país se ha ido a tomar por el culo".Puestos a entender ambas posturas, resulta más comprensible la de la ACB. Hay que vende la mercancia y una buena publicidad, un tratamiento interesado de los datos, una perspectiva optimista por decreto, ayudan a la hora de la búsqueda del vil metal que de eso se trata al parecer. La del presidente merengue se. presenta difícilmente digerible. Es como si alguien tiene una tienda, y en vez de jurar que el pescado es fresco intentase hacer negocio certificando la mala calidad del producto. Se queja Mendoza que nadie quiere hacerse cargo de la sección. Pero ingenuamente surge la pregunta. ¿Quién compra con esa publicidad, quién se arriesga cuando el vendedor afirma públicamente que sus propiedades están en ruinas?
No está la situación para tirar cohetes, pero tampoco para ir de entierro. Y en el caso que finalmente se produzca, cosa dudosa, a la ACB le quedará al menos el consuelo de haber intentado la reanimación. Mendoza se queja pero ¿qué hace el Madrid para solucionar la situación? ¿Para cuándo una buena campaña de captación de seguidores? ¿Cuándo una reducción de precios para el publico joven? Petrovic, ojito derecho de Mendoza y único jugador que le ha llevado al Palacio, desgraciadamente ya no existe. Pero eso no significa que se haya cambiado el ancestral mandato que dice que el capitán es el último que abandona el barco, y ahora sea el primero. Y encima, empujándolo hacia las profundidades.
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