_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dos relojes

Manuel Vicent

Una mujer madura de La Habana llora en mi hombro por su propia belleza que se fue. Para consolarla le digo que la belleza nunca se extingue: en algún lugar del universo estará aún aquel rostro suyo de 20 años que enamoraba a los hijos de los azucareros. Era la reina de todas. las fiestas. Ahora vive en una casa en ruinas y en sus salones desportillados quedan muchos objetos de plata, óleos de antepasados, unos balancines coloniales, dos relojes parados y, sobre todo, un álbum de fotografías. Por ese mundo campan ocho gatos y la dama lleva colgantes y brazaletes que cincelaron para ella artistas amigos que ya murieron. En el raído sofá donde se sentaron seres fascinantes de otro tiempo, la mujer madura pasa las hojas del álbum. En las fotos se suceden jóvenes con trajes color manteca y zapatos de dos tonos, entre músicos famosos en jardines privados. Siempre estaba rodeada de gente feliz que sonreía con dentaduras muy blancas. Ésta es la orquesta de Pérez Prado. Éste es un baile de debutantes, donde cantó Benny Moré. Éste es el Studebaker que me regaló papá cuando cumplí 21 años. Entonces todos los papá! tenían cafetales y ella era realmente hermosa junto al descapotable. La dama ya ha intentado suicidarse dos veces. Le digo que la belleza nunca desaparece. La memoria también es algo físico que puede ser acariciado, pero ella está dispuesta a saltar de este mundo antes de que los dos relojes parados se cubran de polvo, por completo. Fuera de esta casa en ruinas todo es una pasión. A las seis de la mañana despiertan a la dama los gritos de una mulata que hace el amor en el piso de arriba; en la primera oscuridad de la tarde unos gritos idénticos en el piso de abajo se convierten en una oración. Son los toques del ángelus. Hasta hace poco los dos éxtasis aún le servían para poner en hora los dos relojes, pero ahora ya están definitivamente parados. Para consolarla le digo que en algún lugar del universo estará su Studebaker que vuelve otra vez hacia La Habana.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_