Mas derecho que una vela
Si algo define a los jugadores legendarios es su capacidad para dejar para el recuerdo eterno estilos, movimientos, jugadas determinadas que pasan a asociarse irremediablemente en la memoria del aficionado. Esta cualidad, al alcance de los elegidos, convierte en algo muy difícil de conseguir la disociacion de, por ejemplo, los elegantes y poderosos machaques con Julius Erving, el malabarismo aéreo con Michael Jordan, una mecánica de tiro per fecta con Larry Bird, el gancho con Kareem Abdul Jabbar o el pase sin mirar con Magic. Sólo unos pocos logran que sus habilidades concretas puedan borrar el paso del tiempo y logren un lugar propio en la historia. James Worthy es uno de ellos.Worthy ha anunciado esta misma semana su retirada, y con ella el fin del poco vestigio que quedaba del mítico equipo de los Lakers, que nos hicieron gozar hasta límites insospechados del baloncesto en la dorada década de los ochenta. Worthy nos abandona cuando más le necesitamos los nostálgicos de un estilo espectacular, dinámico y explosivo. Pero, como los grandes, nos deja una imagen imborrable: su carrera por el lateral del Forum, el pase medido de Magic y su entrada majestuosa a canasta. El balón en su mano derecha extendida, cogido como si se tratase de una naranja, la elevación perfecta, derecho como una vela, y finalmente el machaque. Jack Nicholson se levanta de su asiento, el Forum ruge y Worthy, discretamente, mira a Magic, que le sonríe mostrando sus inmaculados dientes. A poca distancia, Kareem se deleita interiormente con sus niños. Si alguien se lo había perdido, no importaba. En pocos instantes la maravillosa conjunción de los tres talentos se iba a volver a producir. James Worthy ha tirado la toalla en su lucha con un castigado físico. El hombre que parecía jugar con un traje de Armani puesto ya nos hará vibrar con sus relampagueantes movimientos de espaldas a la canasta, con sus extensiones en busca de la canasta o su porte imperial. Se tendrá que conformar con jugar pachanguitas con sus dos antiguos compañeros. En la soledad de un campo vacío, seguro que volverán a ensayar la jugada con la que rindieron a sus pies a adversarios y seguidores. Y, a pesar de sus rodillas maltrechas, Worthy seguirá entrando a canasta como lo hizo en sus 12 exitosos años de profesional. Más derecho que una vela.
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