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Un circo ambulante

El ajedrez se ha convertido en los últimos tiempos en un espectáculo trepidante

Leontxo García

No hay entradas desde hace días. El ajedrez convertido en espectáculo triunfa en París como lo hizo en Moscú, Nueva York y Londres. El publico vibra gracias a la tecnología que le permite seguir partidas a gran velocidad entre los mejores jugadores del mundo, El éxito del Gran Premio Intel, cuya final se disputa hoy, marca el camino del futuro comercial del deporte ciencia.Son las 14.30 de un sábado nuboso. La adrenalina de los 700 espectadores que llenan el teatro Cardin, al lado del Elíseo, comienza a subir. Un vídeo con imágenes de dos ajedrecistas jugando a un ritmo endiablado sobre el fondo de una música trepidante -cuya letra sólo dice "warriors, warriors" (guerreros)- indica que la sesión va a empezar.

Alain y Veronique han viajado desde Niza expresamente para ver el torneo, organizado por la Asociación Profesional (PCA). Él es "un aficionado modesto" que nunca ha visto de cerca a las grandes estrellas; ella tiene otros motivos: "Apenas sé mover las piezas. Pero el montaje es formidable y me divierto mucho con los gestos de angustia de los jugadores cuando están apurados de tiempo".

El entusiasmo es unánime entre los espectadores consultados por este diario, que pagan entre 2.500 pesetas (por una sesión de cuatro horas) y 17.500 (por las ocho de todo el torneo). El organizador, Dan-Antoine Blanc Shapira, se lamenta de que el aforo no sea mayor: "Alquilar teatros en el centro de París es carísimo. Pero podíamos haber llenado uno con capacidad para 2.000 personas".

La clave está en que por esos precios se obtiene mucho más que una butaca. Los tableros electrónicos permiten seguir los movimientos aunque éstos se produzcan a un ritmo de dos por segundo, como ocurre en situaciones extremas, (cada jugador dispone de 25 minutos para toda la partida). Una pantalla gigante proyecta primeros planos de los gladiadores del tablero servidos por cinco cámaras.

Llegada de los animadores

Aún hay más. Los espectadores están provistos de auriculares para escuchar comentarios técnicos, datos biográficos y chistes ofrecidos por tres locutores. Las gracias de éstos rompen el imprescindible silencio porque parte del público no puede reprimir unas carcajadas muy molestas para los jugadores, incapaces de entender el origen de tanta hilaridad.El maestro de ceremonias pide que todos los espectadores repriman su risa antes de presentar, con gran pompa y estruendo, a los protagonistas del boxeo mental y al árbitro, cuya labor es muy delicada en esta modalidad. Hace tres años, Gari Kaspárov y el suizo Víctor Kúrchnoi golpearon el reloj con tal violencia cuando estaban apurados de tiempo que el aparato terminó en el suelo; desde entonces, suele estar clavado a la mesa.

Cuando empieza una partida, el público no tiene ni un segundo de paz. Los comentaristas, que utilizan un lápiz gráfico para mostrar las ideas que esconde cada jugada en el tablero electrónico, se esmeran en que sus explicaciones sean asequibles para todos y adornan su labor con multitud de anécdotas sobre los contendientes. El ritmo va en aumento a medida que el tiempo disponible se va agotando; con frecuencia, las partidas terminan en un, frenesí de manos que se cruzan y estacazos al reloj. Sobre todo si, tras dos empates, hay que recurrir a la muerte súbita con seis minutos para las piezas blancas, obligadas a ganar, y cmco para las negras.

Los ajedrecistas de élite, con mayoritaria tendencia a la timidez y la ortodoxia, tienen dificultades para acostumbrarse a esta especie de circo ambulante y agotador. Pero empiezan a comprender que su esfuerzo y la disminución de la calidad técnica de las partidas están, compensados por el gran impacto popular de esta modalidad. El francés Anatoli Váisser, de origen ruso, fue muy expresivo tras eliminar contra pronóstico al indio Viswanathan Anand, conocido como El rápido de Madrás: "He perdido dos kilos en cada partida pero, me he llevado la mayor alegría de mi vida".

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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