El Toledo pisotea Las Margaritas
El Getafe se descompone ante un modesto colista y encaja tres goles
Están en las nubes. Y no por la dimensión estratosférica del término, sino por la neblina que ciega las mentes de un equipo, el Getafe, que anda perdido, despistado, ausente. El Toledo, un modesto colista, se permitió ayer el lujo de dar una soberana lección de fútbol al equipo de Sánchez Duque. Mientras los toledanos se dedicaban a tocar el balón y a reivindicar su situación en el campo, los getafenses se cabreaban entre ellos, se tiraban de los pelos y se daban voces. El del Getafe era el rostro de la crispación que genera la reiteración de los despistes. Los boquetes de la defensa fueron el primer síntoma de descomposición del Geta. En los primeros compases de juego, los discípulos de Sánchez Duque dejaron claro que se abría la temporada de paseos por el área de Caballero, convertida en improvisado parquecillo para los delanteros toledanos. Y fue Tito el primero en colarse en el parquecillo de Las Margaritas para dar un pase a De Diego, que conseguía el primer gol. Sólo habían transcurrido nueve minutos. Lo suficiente como para que los aficionados tuvieran varias oportunidades de llevarse las manos a la cabeza.
El Toledo no se cerró y siguió a la carga. El caos y la desconexión entre las líneas locales era tal que se abrían jugosos pasillos para los toledanos. Y Sánchez Duque no sabía qué hacer con su equipo. Se tiró todo el partido moviendo sus piezas en busca de un revulsivo. Nunca lo encontró. Argenta fue el primero en irse a la ducha. Estaba extraviado, en otra galaxia, y el técnico local lo relevaba a los 20 minutos de partido.
Primer movimiento en el tablero: Paquito pasa a formar pareja de ataque con Julián y Montero retrasa su posición. Resultado: nada. Los jugadores del Getafe seguían fallando en las entregas y en los desmarques. Un aficionado apuntaba a gritos una solución alimenticia y nutritiva: "Duque, dales un chocolate con churros a ver si se espabilan".
La decoración no cambió demasiado en el segundo tiempo. La sobriedad de López Martín servía para frenar las opciones de ataque del Getafe, aunque nada se pudo hacer ante la velocidad de Moreiras: sirvió una balón de oro a De Diego y se fue abrazarle para celebrar el segundo rosco.
El centro del campo seguía sin funcionar y llegó el segundo movimiento de piezas: Rafita sustituye a Angelín, se sitúa en el centro del campo, y Jaime se retrasa ligeramente para actuar por delante de una defensa de tres hombres. Tampoco funcionó.
Pasado el ecuador de la segunda. mitad, el Getafe hizo amago de reaccionar con una ocasión de Guerrero y otra clarísima de Mariano que, tras driblar a dos defensas, se plantaba frente a Villalvilla con un balón que olía a gol. Pero su bota no anduvo certera.
El Toledo, mientras, seguía apretando, elegante, rápido y vertical. Caballero tuvo que salvar los muebles en dos ocasiones consecutivas, en las que Serrano y De Diego se plantaban solos ante sus guantes.
Tercer movirniento
Entonces llegó el tercer movimiento de piezas: Pedro, cojo -el Getafe ya no podía hacer más cambios-, se coloca de inusitado delantero centro, y Paquito se retrasa unos metros, mientras Mariano se coloca en la zaga.
Fue entonces cuando llegó el golazo de Julián, uno de los escasos jugadores que no perdió la compostura. Desde la frontal del área enganchaba un zapatazo que se colaba por la escuadra como un misil. Llegaron segundos de esperanza para la parroquia local. "Eso sí que es un gol", gritaba, enfervorizado, un hincha. Los más optimistas llegaron a soñar con la remontada, pero la alegría duró un suspiro. La bofetada final llegaba en forma de gol instantáneo: al Toledo le bastó un minuto para marcar el tercero de la mañana. Los toledanos sellaban un partido en el que demostraron que la solvencia y la claridad de ideas estaban de su lado.
El Getafe queda tocado cuando empezaba a ver la luz, después de conseguir su primera victoria el domingo pasado. Ayer presentó a un equipo desarbolado y, por momentos, aquejado de una grave falta de concentración. La victoria, una jornada más, sigue sin aparecer.
Armonía ultra
El fenómeno de los ultras mostró ayer una faceta desconocida. Este tipo de peñas acostumbra a rivalizar, a insultar y, en ocasiones, a partir la cara a la peña rival. Pero ayer las del Getafe y del Toledo intercambiaron piropos.El Toledo desplazó a un buen número de aficionados a Las Margaritas, hasta el punto de que sus Komandos hacían mucho más ruido que las peñas Ultras del Getafe. Pero la rivalidad entre las dos hinchadas no apareció por ningún lado. Es más, se animaban los unos a los otros. "Que boten los Komandos" pedían los Ultras del Geta. Los Komandos empezaban a dar botes en señal de hermanamiento, y viceversa. Los de Toledo despotricaban contra el Leganés, eterno rival del Getafe, y los locales hacían lo propio con el Talavera. El mundo al revés.
Los Ultras del Getafe están divididos en múltiples facciones: Comité Antilocos, Infierno Azul, Comandos Azules, Sección Caballero y Supporters Getafe. Pero todos ofrecen un trato exquisito a la peña femenina. Los diálogos a distancia entre estas dos hinchadas son continuos. Y sólo una cosa les separa: el vocabulario. Mientras ellos despliegan un nutrido repertorio de improperios, ellas se decantan por el clásico "A la bin, a la ban, a la bin bon ban".
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