La refundación de Mozambique
La antigua colonia portuguesa celebra mañana sus primeras elecciones tras 26 años de combates
Las primeras lluvias han llevado a tierra a buena parte de las flores azulvioláceas de as jacarandas. "Pero a lluvia es un buen presagio", dice Joáo Domingues, originario de Quelimane, en el centro del país. Los mozambiqueños ce lebran mañana y pasado las primeras elecciones democráticas de su historia, y en Maputo, la capital, y las principales ciudades se respira un ambiente de fiesta popular. La sombra del fracaso en Angola, la otra gran colonia portuguesa del Africa austral, sin embargo, flota en el aire. Las Naciones Unidas parecen haber aprendido la lección angoleña y se han implicado a fondo: 6.000 cascos azules armados y cerca de mil millones de dólares (unos 125.000 millones de pesetas) han servido para preparar el acontecimiento político más importante de Mozambique desde su independencia en 1975. Alberto Chissano, el actual presidente y candidato del gobernante Frente de Libera ción de Mozambique (Frelimo), y Afonso Dhlakama, la cabeza del antiguo movimiento guerrillero Resistencia Nacional de Mozambique (Renamo), parten como máximos favoritos. La campaña electoral se cerró el lunes con un entusiasmo que en Maputo, donde Chissano logró reunir durante casi diez horas a decenas de miles de partidarios, recuerda a la euforia vivida en España en los primeros comicios democráticos. Tras 26 años de guerra y conflicto civil, la refundación de Mozambique no ha hecho, más que comenzar.Maputo es una capital confiada. Y eso a pesar del último informe de la Operación de las Naciones Unidas en Mozambique (Onumoz), que admite que 241 depósitos de armas (73 del Gobierno y 169 de la Renamo) no pudieron ser observados por "negativa del Gobierno a permitir el acceso" e "incorrectas informaciones de la Renamo". La campaña de acantoriamiento y desmovilización, uno de los puntos claves del acuerdo de paz firmado en Roma en1992, fue un éxito, a pesar de la lentitud con que se llevó a cabo. Eso provocó motines por parte de soldados y guerrilleros hartos de esperar, muchas veces durante meses y mal alimentados, el traslado a sus puntos de origen desde los 49 centros habilitados. De los cerca de 70.000 desmovilizados previstos se llegó a 80.000 (60.000 del Frelimo y 20.000 de la Renamo), hasta el punto de que la configuración del nuevo Ejército nacional no ha podido cubrir las plazas de 30.000 hombres y de momento ronda los 10.000, muchos de ellos descontentos, con unas condiciones de vida miserables.
La campaña de retorno de los casi dos millones de refugiados en los países vecinos y de los tres millones de desplazados dentro del país también ha concluido. Mozambique vive una epidemia de paz.
La ONU ha creado un laboratorio político y espera mucho de este experimento. Confía en que la tragedia angoleña y el triunfo democrático surafricano contribuyan a la reinvención de Mozambique. "Un país que todavía está por construir y no sólo en el sentido material, de un territorio arrasado por la guerra, sino en el de que los mozambiqueños se sientan como tales, no vinculados a un partido o a una etnia, sino a una nación", asegura Eric Lobin, asesor de Aldo Ajello, representante para Mozambique del secretario general de la ONU.
Cerca de 17 millones de dólares (más de 2.000 millones de pesetas) ha recibido la Renamo de las Naciones Unidas para su conversión de movimiento guerrillero en partido político. Puede que no sea suficiente para olvidar la vida en el mato. Mientras que Dhlakarna ha basculado desde el radicalismo de amenazar con la violencia si pierde a prometer su aceptación democrática del resultado, Chisanno ha negado virtualidad a un gobierno de unidad nacional. La paz parece al alcance de la mano.
Angola ha sido el telón de fondo de la campaña electoral que cerraron ayer 12 candidatos al palacio presidencial de Ponta Vermelha y los 14 partidos políticos que concurren a las elecciones: un puesto de presidente y 250 escaños para el primer Parlamento democrático de la historia de esta colonia descubierta por navegantes portugueses a finales del siglo XV. Son casi seis millones y medio de electores para una población de 15 millones, la mayoría indígenas de origen bantú, a la que hay que añadir varias decenas de miles de indios. El aumento de las expectativas de Dhkalarna y el número de candidatos a presidente hace más que probable una segunda vuelta electoral.Cerca de 5.000 observadores, algunos centenares de ellos extranjeros (entre ellos 21 militares españoles y 40 guardias civiles, que han participado en la aplicación del acuerdo de paz), están desplegados prácticamente por todo el país.
"No queremos más guerra"
Mulima Costa Moviruane, descalzo, y bastante cocido a media mañana, tiene 35 años. Grita como un descosido. Cuando Mulima Costa era el jefe militar local del Frente Nacional de Liberación (Frelimo) tenía atemorizados a sus vecinos. Recibió formación militar en la antigua Unión Soviética y en Corea del Norte, pero ahora ha sido desmovílizado y sigue "un curso de agricultura". "No quería continuar en la tropa después de 20 años". Fue capturado (como muchos combatientes de ambos bandos) a los 13 años y obligado a luchar. Ahora, si gana el partido rival, la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo), asegura, con lágrimas en los ojos, que no volverá al mato. "No queremos más guerra. Si el Renamo gana no hay problema, el Renamo también es mi familia".En el vecino cuartel de Boane, a unos 40 kilórnetros de Maputo, uno de los más importantes del país, el teniente coronel Raimundo Chirendje, de 30 añosi se pasea tranquilo con su elegante traje marrón a rayas negras. Ascendido de teniente a teniente coronel tras abandonar las filas de la guerrilla del Renamo para integrar el. nuevo Ejército de Mozambique, Chirendje no está autorizado a hacer declaraciones, pero confiesa que su mujer y sus dos hijos viven con él en el cuartel. Y su actitud es todo un manifiesto de esperanza.
Como lo son los críos de Matola, cerca de Maputo. Un niño viste una camiseta del Frelimo, que pide el voto para Alberto Chissano, y una niña una del Renamo, que reclama la papeleta para Afonso Dhlakama. Juegan juntos y chupan piruletas amarillas. Tal vez no sea más que un espejismo. Pero responde a los sueños declarados de la mayoría de los mozambiqueños.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.