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El aprendiz de 'bruxo'

El entrenador Fernando Santos ha acompañado al Compostela desde la Tercera hasta la Primera División

Xosé Hermida

Parecen obreros a la vuelta de la fábrica. En una esquina de la mesa de un modesto hostal de Santiago, Fabiano, la estrella del Compostela, da cuenta de su almuerzo después del entrenamiento del día. Junto a él se sientan para compartir el menú el técnico Fernando Santos y un empleado del club. Lo cotidiano de la escena y la indiferencia del resto de los clientes evocan el espíritu proletario de un club cuyo presupuesto anual no daría ni para pagar a dos futbolistas del Real Madrid. Pero Santos, un pontevedrés de 42 años, que como jugador no superó la Segunda División, abandona por un momento su aire serio y melancólico para declarar con orgullo: "Aunque no se le dé mucha importancia, ya somos parte de la historia". Nunca en el fútbol español un entrenador había llevado un equipo desde Tercera a Primera División pasando por Segunda B.

Una tarde de 1988 Santos acudió al viejo estadio de Santa Isabel para ver al que iba a ser su nuevo equipo, el Compostela. Aunque procedía de un conjunto de pueblo, el Arenteiro, estuvo a punto de huir aterrorizado: "Sentí escalofríos. No había más de 200 personas. Y me dije: ¿Dónde te has metido?".

"Antes de empezar el campeonato miraba el calendario y me parecía algo irreal pensar que jugaríamos en el Bernabéu o en el Camp Nou", confiesa. "Pero ahora ya no nos asusta en absoluto". Santos y su gente no reniegan de los orígenes cuando se definen como un colectivo "humilde y trabajador". Sin embargo, llevan más de un lustro instalados en la hazaña permanente y, como dice el técnico, ahora van "a por el cuarto milagro". "En Segunda B", recuerda Santos, "éramos uno de los equipos con menos presupuesto y logramos ascender. El año pasado, en Segunda, éramos otra vez el quinto equipo con menos recursos económicos, y también subimos. Ahora nos daban por descendidos antes de comenzar la Liga. Pero ya empiezan a respetarnos, porque estamos demostrando que no vamos de comparsas".

Santos se siente especialmente orgulloso por haber levantado la pasión del fútbol en una ciudad acostumbrada a dirimir sus diferencias deportivas con los pueblos de alrededor. "Sociológicamente ha habido un cambio radical", recalca, "ni el Papa ni el Rey lograron llenar nunca la plaza del Obradoiro. Nosotros lo hemos conseguido con nuestros ascensos".

Con esa trayectoria, no resulta extraño que proclame a la menor ocasión que se considera un discípulo del bruxo de Arteixo, Arsenio Iglesias. De él admira que sea "un producto de esta tierra, que simboliza nuestra filosofía de la vida". "Es un hombre hábil y listo, aunque se disfrace con esa forma tan particular que tiene de expresarse", señala.

Cuando hizo cuentas antes de empezar la temporada, Santos tachó el encuentro del Bernabéu y lo dio por perdido. Pero eso es sólo sobre el papel. Al técnico gallego le sobra, fe: "Estoy seguro de que este año le ganaremos por lo menos a un grande".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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