Otro Sporting se le atraganta al Madrid
El equipo blanco domina totalmente en Gijón, pero encaja un gol a falta de cuatro minutos
Dos meses sin perder y, en cinco días, el Madrid de Valdano fue a tropezar dos veces en la misma piedra. Que los dos rivales coincidan en llamarse Sporting no deja de ser una anécdota, ya que entre el portugués y el asturiano media un abismo futbolístico. El Madrid tuvo ayer el partido en sus manos, pero le faltó instinto asesino y un poco de suerte para que una serie de rechaces no acabasen en el gol de la derrota. Una derrota firmada, encima, por un ex madridista, Velasco.Valdano movió alguno de sus peones, pero el tablero volvió a ser suyo. Todas las combinaciones en este Madrid llevan a un mismo resultado: una superioridad abrumadora. No le importa jugar con blancas en el Bernabéu, y con negras lejos de Madrid. Como el martes en Lisboa, Valdano debió enterarse de la alineación del Sporting de turno media hora antes del comienzo. Por contra, García Remón llevaba semanas devanándose los sesos para tapar las bandas, atar a Zamorano a la tierra o estorbar a Laudrup, sin desbaratar todo el montaje.
Con su escaso. y tierno arsenal, el entrenador del Sporting armó lo más parecido a un equipo sólido y solidario, en el que todos trabajaban para todos en un intento de gripar el motor madridista. Un empate era un tesoro para un equipo aún conmocionado por el 5-0 del Benito Villamarín. Los rojiblancos, obedientes, cumplieron órdenes. Apenas pasaron del centro del campo y sus poco convencidos intentos de contragolpe tropezaban siempre con la soledad de Pier y Morales en el ataque. En esas condiciones, simplemente se trataba de esperar que Laudrup y compañía encontrasen un agujero en la muralla del conjunto asturiano.
El jugador danés puso balas en el cargador de su ataque, pero ni Zamorano en el minuto 6 en una llegada en solitario que no supo resolver tras driblar a Ablanedo, ni Luis Enrique en el 43, hicieron honor a las asistencias de Laudrup. Con orden, mucho espíritu de lucha y esa pizca de suerte, el Sporting se fue al vestuario en el descanso sin ninguna herida.
Michel y Luis Enrique nunca tuvieron ni un metro para sacar centros con ventaja para su ariete. Por eso el Madrid, a parte de los espacios inventados por Laudrup, se refugió en los córners para acercarse al gol. En el primer tiempo sacó en claro algún barullo y más de un coscorrón en los impetuosos saltos de atacantes y defensas. Nada más comenzar el segundo tiempo, el debutante Rogelio salvó bajo los palos un testarazo de Zamorano, y en el minuto 21 Hierro volvió a dar una muestra del poderío aéreo, madridista.
En Sporting seguía agazapado, temeroso e inseguro. En el primer tiempo no había lanzado ni un contragolpe peligroso, por su dedicación a los pelotazos sin sentido desde la defensa, imposibles incluso para uña bala como Morales. Sin embargo, el ex madridista dio ciertas esperanzas al Sporting en una jugada que acabó con un lanzamiento al lateral de la red. Fue la última oportunidad para que el delantero se tomase la revancha de su ex equipo. Poco después, García Remón le mandó al vestuario para dar una vuelta más de tuerca en el planteamiento defensivo.
Con Morán incrustado por delante de la defensa, el Sporting ganó aún más solidez y, aprovechando el adelantamiento de su mejor pelotero, Lediakhov, hizo por fin trabajar a Buyo. El guardameta madridista pudo celebrar la efemérides del récord igualado a Joaquín de mayor número partidos jugados en la Liga con un par de desvíos a remates del jugador ruso y de Velasco.
Valdano, en las antípodas de su colega de banquillo de ayer, también buscó soluciones, pero ofensivas. Todo lo que no fuese volver de El Molinón con dos puntos era para sentirse decepcionado. Butragueño fue un apoyo poco efectivo para Laudrup, pero Amavisca dio velocidad y garra a la banda izquierda del ataque. Pero entonces, el Madrid ya se encontró a un Sporting convencido de que era posible evitar la derrota. Los rojiblancos se juntaron todos cerca de Ablanedo e impidieron que el Madrid siguiese presumiendo de liderato, al menos por, esta jornada. Con lo que nadie contaba fue con el ramalazo final de Velasco, que llevó la locura a las gradas. La fiesta fue completa cuando en el descuento Pablo tocó lo suficiente un remate a bocajarro de Hierro que se fue alto.
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