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Los chinos abren la muralla

La colonia oriental celebró el 45º aniversario de la creación de su repúblicaR. CANTALAPIEDRA Madrid

La Embajada china organizó el miércoles en Madrid una recepción para conmemorar el 450 aniversario de la creación de la República Popular China, el país más poblado de la Tierra y el segundo en extensión. Los salones del hotel Ritz eran una sutil muralla de cortesías, diplomacia, rollos de primavera, ojos rasgados y sonrisas. Porque los chinos siempre ríen, o eso al menos parece. A este respecto, fue muy celebrada en uno de los corrillos esta apreciación del escritor y periodista Benjamín Berlanas (el único que se presentó en la fiesta con cierto aire maoísta, iluminado por Verino): "Cuando aquí decimos que a alguien le han engañado como a un chino, damos a la expresión un sentido opuesto a su verdadero significado. No es fácil engañar a un chino, como supone el vulgo.Los chinos da la impresión de que asienten con sonrisa beatífica a todo lo que les dices, pero no se creen nada. Su alma es inescrutable, como comprobó hace tiempo Marco Polo".

El recinto estaba abarrotado de embajadores y personal diplomático. Aunque todo el mundo iba vestido con sobria elegancia, destacaban de forma ostentosa los contundentes uniformes de gala de los marinos. Había damas muy bien atildadas, pero la escritora Carmen Martín Gaite, escoltada por el editor Jacobo Martínez de Irujo, conde de Siruela, se llevó el gato al agua sin pretenderlo: llegó tocada con un gorro evanescente a medio camino entre un flan y un bolero. Ni ella ni el conde saben jugar a los chinos y desconocen conscientemente las reglas elementales de esta inocente distracción tabernaria tan arraigada en nuestra patria.

Hubo otros que sí jugaron, como Marcelino Camacho; su mujer, Josefina, y Zhang Tuo, primer secretario de la Embajada y buen conocedor del foro, donde reside desde hace ocho años. Tuo, con oriental sentido del humor, comentaba a unos amigos: "En China tenemos una cerveza muy flojita. La mejor cerveza china está en Madrid, la Mahou [pronúnciese Mao]".

También estuvieron presentes varios políticos de diversas tendencias, pero sólo un líder, Julio Anguita, que permaneció durante toda la recepción charlando con algunos correligionarios en un rincón.

Alguien le dijo que los chinos y Anguita son de los pocos comunistas que van quedando en este mundo. Y él contestó con sorna, acariciándose la barba: "Sí, y también los 200.000 que acudieron el otro día a la fiesta del PCE en la Casa de Campo". Anguita, a pesar de ello, tampoco sabe jugar a los chinos. Preguntado si le habían engañado alguna vez como a un chino, respondió: "No tengo conciencia de ello. Sí puedo afirmar, sin embargo, que me han vendido alguna que otra moto". El presidente de Izquierda Unida, aunque pocos lo saben, es un apasionado del canto gregoriano, y conserva algunas grabaciones raras del género.

El escritor y psicólogo Agustín Lafourcade, gran aficionado a la sinología, comentaba que el de los chinos es uno de los juegos en que más interviene la psicología y la astucia, sin olvidar el mus. Lafourcade colecciona jarrones chinos en cloisoné (porcelana con incrustaciones de filamentos metálicos). Al terminar la recepción, algunos invitados, entre ellos el conde de Siruela y Martín Gaite, se fueron al café Vaivén para bailar el chuchumbé con la orquesta Amparito y Son las que Son.

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