"Rodar en Yeserías ha sido fácil, pero me ha resultado muy especial"
El camastro de Lucía (Penélope Cruz) está en la misma celda donde hace 20 años purgó Azucena sus rojerías. "Yeserías es la cárcel de la familia, mi padre también estuvo aquí tras la guerra civil", cuenta Azucena Rodríguez. Madrileña, de 38 años, licenciada en Historia Moderna y obsesionada por el cine. Meritoria, auxiliar de cámara, ayudante de dirección y coguionista con Trueba, Garci, Mario Camus o Fernando Fernán-Gómez y, muy especialmente, Gonzalo Suárez. Ha dirigido un corto, dos vídeos musicales y esta semana concluye su primer largometraje: Entre rojas, sin funcionarias gorilas ni vestidos severos, es una mezcla de rabia y esperanza, tan de verdad como su propia experiencia y el hecho de que presas y actrices hayan intercambiado sus papeles.Pregunta. ¿Dónde está la originalidad que convenció a su productor, Fernando Colomo?
Respuesta. Quizá en que transcurre en 1974, una época poco vista en el cine, y no es una historia tremebunda. Se trata de un grupo de luchadoras que ríen, lloran, van al cine, a la peluquería. Yeserías ha sido siempre una prisión muy especial, las penas preventivas admiten una dosis de esperanza.
P. Bien lo sabe usted. ¿Le importa recordar su experiencia?
R. En absoluto. Me detuvieron la primera vez en 1974, en un concierto de Daniel Viglietti; la segunda, por apoyar una huelga general, y la tercera, en una reunión de la Asamblea Democrática. Me condenaron a seis años y afortunadamente llegó la amnistía.
P. En el reparto está la actriz Miriam de Maeztu, encarcelada por representar La torna, con Albert Boadella.
R. Sí, Míriam y yo hemos trabajado muchísimo juntas, y la película está plagada de experiencias suyas y mías. Tan sólo he inventado a Lucía, el papel que representa Penélope Cruz, una joven ingenua y enamorada.
P. El título es casi un chiste. ¿No tiene malos recuerdos?
R. Mis estancias siempre tuvieron fecha de salida, y eso lo hacía más llevadero; lo terrible eran las condenas a muerte o las cadenas perpetuas, y lo más duro, el ambiente general del país.
P. Para un chaval de 15 años, Franco es un personaje casi jurásico.
R. Sí, y para nosotros está todavía demasiado cerca.
P. En la película trabajan reclusas auténticas.
R. La auxiliar de vestuario y toda la figuración. Les divierte y cumplen perfectamente la disciplina del rodaje; lo han hecho de maravilla. Es cuestión de permisos, ha sido bastante fácil, pero el rodaje me resulta muy especial.
P. ¿Están contentos los dos hombres en el reparto, Carmelo Gómez y Karra Elejalde?
R. Supongo que sí, aunque yo lamento que hayan estado tan poco tiempo. Los dos atraviesan un buen momento y me precio de haber descubierto a Carmelo para el cine. Me encargué del casting en El viaje a ninguna parte, su primera película.
P. ¿Usted podía haber debutado antes como directora de cine?
R. Acababa de escribir con Gonzalo Suárez El detective y la muerte y encontrar un productor fue como si se me apareciera la Virgen. Podía haberme pillado sin ideas, pero ofrecí cuatro historias. Significa que me lo he currado.
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