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COMPETICIONES EUROPEAS

El Athletic se ridiculiza en Europa

El equipo bilbaíno, falto de ideas, sucumbió ante las 'figuras' chipriotas

El Anorthosis está sano, el enfermo es el Athletic. Confusión de ideas, debilidad mental, ausencia de criterios y de dirección, lentitud, pesadez adornan el diagnóstico espeluznante. Su tendencia al ridículo resulta preocupante. Ayer en Chipre se tumbó en el diván del Anorthosis y recitó una por una toda su nómina de calamidades. Su retorno a Europa se convirtió en una cacharrería en la que el Athletic tiró por los suelos todo cuanto tocó, poniéndose al borde de la eliminación en la competición de la UEFA.

Gogic, Poulas, Zapuric, Andreou... figuras, todos figuras, frente a un Guerrero empeñado en batallas personales y condenado a tareas defensivas, o un Urrutia al que Irureta ha recluido en la guarida defensiva rebajándole de ingeniero a recadista. Lo dicho, el Anorthosis, un equipo de figuras. Lo que ocurre es que faltaba el Athletic para enseñárselas al mundo.

Los rojiblancos ratificaron en Chipre toda su capacidad de involución para arrastrar su pasado más lamentable. El Athletic tiene miedo. Algo o alguien se lo ha metido en el cuerpo y le basta un jugador (Gogic) y una estrategia (el catón del Anorthosis) para ponerle al borde del precipicio. A los seis minutos Gogic le sumió en la depresión: el ridículo defensivo fue pavoroso, a pesar de que la defensa es la única obsesión de Irureta.

El conjunto chipriota acertó en el diagnóstico: el Athletic no caza ratones porque vigila demasiado lejos y nunca llega fresco al trance. Tras el gol, como en los chistes, se invirtieron los papeles confundiendo el del médico con el del paciente. Los chipriotas sabían lo que tenían, que hacer y el Athletic no; el Anorthosis tenía un hombre para cada labor, y el Athletic los tiene confundidos.

Los chipriotas defendieron con calma, a raíz del gol, y contragolpearon con velocidad, mientras el Athletic (obsesivo en la defensa) todo lo hacía despacio, telegrafiando sus intenciones y sucumbiendo en sus pretensiones.

Su dominio fue tan ridículo como escénico. Una vez intercambiados los papeles, el Anorthosis Ie concedió espacio para que ejecutara sus limitaciones mientras los chipriotas ganaban metros para sus delanteros. Las ocasiones rojiblancas fueron fruto de disparos lejanos y desesperados de Ziganda o Guerrero, mientras los chipriotas daban muestras de elaboración en cada intento. El segundo gol fue toda una lección de estrategia primitiva: yo te paso y tú rematas.

Irureta ratificará su juicio sobre las excelencias del Anorthosis, que había cantado profusamente en las jornadas previas, al partido. Pero lo cierto es que los chipriotas forman un conjunto animoso y honrado. Ocurre que el enfermo es el Athletic, instalado en su pasado más negro y con las puertas de Europa a punto de cerrarse. En Chipre, a pesar de su dominio ramplón, simplemente hizo el ridículo.

Toda la esperanza del Athletic radicaba en la competición europea. Sus fichajes, su pretemporada, sus esquemas estaban basados en el retorno a Europa. Pero de tanto darle vueltas a esa competición, el Athletic se ha olvidado de lo básico: confianza, posibilidades, estilo, aprovechamiento de sus futbolistas.

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