Los conservadores argentinos se oponein a la ley de defensa del castellano

El proyecto prevé sanciones por el uso de palabras extranjeras

El Gobierno argentino, que se ha destacado en los últimos años por liquidar a toda prisa los bienes de cualquier naturaleza en manos del Estado, impulsa ahora un proyecto de ley para preservar el uso del español, lengua a la que declara "idioma oficial de la República y elemento fundamental de la personalidad y del patrimonio cultural de Argentina". La iniciativa abrió un debate incipiente por donde menos se lo esperaba. Los fanáticos del mercado libre consideran que aprobar esa ley es como cerrar las fronteras comerciales del país.

El ex escritor Jorge Asís, un extravagante personaje q...

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El Gobierno argentino, que se ha destacado en los últimos años por liquidar a toda prisa los bienes de cualquier naturaleza en manos del Estado, impulsa ahora un proyecto de ley para preservar el uso del español, lengua a la que declara "idioma oficial de la República y elemento fundamental de la personalidad y del patrimonio cultural de Argentina". La iniciativa abrió un debate incipiente por donde menos se lo esperaba. Los fanáticos del mercado libre consideran que aprobar esa ley es como cerrar las fronteras comerciales del país.

El ex escritor Jorge Asís, un extravagante personaje que asumió el cargo de secretario de Cultura hace sólo dos meses, considera en el texto del proyecto que el idioma español debe ser tutelado en su integridad y exige el uso de esa lengua en toda designación, presentación y descripción, de bienes, productos o servicios. También en las operaciones de intercambio civil o comercial, en las facturas y en toda publicidad escrita, oral o audiovisual. El proyecto de ley, de ocho artículos, precisa que toda inscripción o anuncio destinado a la información en la vía pública y en los medios de transporte y lugares públicos, deben estar formulados en lengua española. Cuando la naturaleza de la comunicación exija, por alguna razón, que se utilicen palabras de un idioma extranjero, debe acompañarse la traducción correspondiente. El idioma español también será obligatorio en las emisiones de los mensajes y discursos del Gobierno a través de las cadenas oficiales y se exceptúa de la imposición sólo a las obras cinematográficas y audiovisuales que se emitan en su versión original.El último artículo del proyecto advierte que "la transgresión de las normas que anteceden originan la actuación del poder de policía" y se delega en la posterior reglamentación de la ley la forma de control y sanción de los incumplimientos. El secretario de Cultura, Jorge Asís, basa su proyecto en un ensayo de Jorge Luis Borges, escrito en 1928, El idioma de los argentinos.

Asís, un escritor que renunció temporalmente al oficio con el que alcanzó cierta fama y éxito de ventas durante la pasada dictadura militar, fue después el primer intelectual del llamado menemismo, partidarios del presidente Carlos Menem, y obtuvo por su lealtad el cargo de embajador argentino en la sede de la Unesco en París. La influencia de los años pasados en Francia se percibe en el texto del proyecto cuando el secretario de Cultura argentino toma como referencia de su idea la ley de protección de la lengua francesa que impulsó Jacques Toubon, el ministro de Cultura francés, y que fue aprobada el pasado agosto.

La reacción de los ultradefensores del libre mercado cuando se hizo público el proyecto fue inmediata. El periódico conservador La Nación tituló del siguiente modo la información: "Quieren imponer por ley el uso del idioma castellano" y uno de sus editorialistas, Germán Sopeña, fue asignado en el mismo espacio para que hiciera un "análisis de la noticia". Según Sopeña, "hay que apresurarse a utilizar todavía la palabra okey. Si el proyecto de Asís logra seducir a los legisladores, tendremos que escribir obligatoriamente de acuerdo, aun si en el lenguaje cotidiano uno prefiere decir okey ". En otro tramo de su columna de opinión, Sopeña considera que Asís se deslumbró por el debate al que asistió como observador en París. Un debate que, según Sopeña, movió más a la caída en ridículo que a la aprobación de la sociedad".

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