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Induráin busca la epopeya en Burdeos

Robert Álvarez

Miguel Induráin eligió la hora y las armas. Será mañana, a lastres de la tarde, cuando el tetracampeón del Tour aparezca en el oval de Burdeos con una bicicleta llamada Espaday la firme intención de recorrer algún metro más de los 52.713 que convirtieron el 28 de abril al escocés Graeme Obree en actual recordman mundial. No es un récord más. Requiere un trabajo intenso, exhaustivo y científico. A cambio, devuelve un argumento de peso para litigar con los más grandes de la historia del ciclismo, con Eddy Merckx, Jacques Anquetil o Fausto Coppi. Induráin busca la epopeya.

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La pista es otra cosa. Nada ver con la carretera. Induráin lo ha sufrido en sus carnes. El mejor ciclista del mundo se las ve y se las desea para agazapar su corpachón -1,88 metros y 81 kilos- en la Espada y adquirir la posición más aerodinámica posible, un factor decisivo para la consecución del récord. Después de seis días de rodar en el veló dromo de Burdeos y a tan sólo dos del día clave, así lo admitió ayer el corredor navarro: "Lo más duro ha sido adaptarme a la posición. Me he bloqueado y es el tema en el que hemos perdido más tiempo". Induráin y el equipo que le apoya en la tentativa han tenido que claudicar. No es un pistard. No puede adoptar ciertas posturas sobre la máquina. No posee la flexibilidad que requiere el ve lódromo. Ni su facilidad de con ducción. Por eso ha tenido que renunciar a adelantar más de 1,5 centímetros el sillín respecto al que utiliza habitualmente. "Al principio parece fácil poder adelantar cuatro centímetros pero más adelante te das cuenta de que los músculos no responden y no rindes de la forma que esperas. Por eso es mejor compensar la aerodinámica con la fuerza".

Ayer, a dos días del asalto definitivo, el ciclista del equipo Banesto dedicó la jornada a determinar el material con el que lo afrontará. Queda descartada la utilización de un rayo láser como liebre -por problemas técnicos y de homologación-, se ha des estimado también un manillar en forma de ala delta que le hubiera facilitado una mejor arrancada, una horquilla revolucionaria que se sujetaba horizontalmente a la rueda, un par de cascos" un determinado tipo de vestimenta e incluso es posible que hoy decida montar neumáticos de carretera de 22 ó 23 milímetros, propios de las bicicletas de carretera en lugar de hacerlo de 19 ó 21 como las de pista. Muchas pruebas, muchas decisiones para resolver incógnitas casi siempre en favor del material menos exigente. Induráin no quiere sacrificarlo todo en base a la aerodinámica.

Finalmente Induráin decidió ayer que la Espada será equipada con el manillar del triatleta, el mismo que se suele utilizar en las contrarreloj y dos cuartos de lo mismo sucederá con la horquilla, aunque el fabricante del material, Pinarello, intentará estilizarla ligeramente.

Induráin se tomará la hora como una contrarreloj, un tanto especial, pero como una contrarreloj. Hasta el punto de que se ha fijado las tres de la tarde como hora de inicio por expreso deseo suyo: "Es la hora en la que habitualmente estoy en las rampas de salida de las contrarrelojes". En la elección del horario, no obstante, Induráin ha seguido los consejos de su equipo según los cuales a esa hora la temperatura será de entre 21 y 22 grados y la humedad relativa del aire de entre el 60% y el 70% y a la que contribuye el gran lago que existe junto al velódromo. El equipo Banesto intentó buscar una solución para mitigar el calor de forma artificial -no hay aire acondicionado en el recinto- pero desistió al comprobar que para ello serían necesarios seis trailers.

Las dudas no se han resuelto del todo en cuanto al desarrollo a utilizar. Induráin probó ayer un 55x13 pero parece decidido a arrastrar un 59x14, lo cual le permitirá avanzar 8,98 metros por pedalada. Por lo demás, la suerte está echada.

Las series más largas que ha realizado hasta ahora han sido de 18 minutos en las que rodó en un tiempo cercano al récord sobre los 52,800 kilómetros. No ha hecho esfuerzos más prolongados que ese y sesiones de media hora tras moto. Ya no los hará más. Es la receta del equipo que le acompaña en el intento de récord.

El buen ambiente aumentó con las noticias que llegaron desde la Federación Francesa de Ciclismo. Su presidente, Daniel Baal, reconoció que no se ha seguido el proceso correcto al darse a conocer antes de su estudio los posibles casos de dopaje de Miguel Induráin y del suizo Tony Rominger, inmerso en un proceso similar.

Un intruso en la pista

La lista de récordrnans de la hora hacen de Induráin un auténtico intruso en estas lides. Hay un denominador común al que no responde Induráin. Todos son grandes especialistas en pista, o cuanto menos, compartieron sus grandiosos éxitos de la ruta con el velódromo. Sin embargo, Induráin apenas ha competido nunca en un velódromo. Algunas exhibiciones o pruebas de bajo rango son todo su bagaje. Nada que ver con Anquetil, subcampeón mundial de persecución, o con Coppi, Riviére, Moser y Boardman, todos ellos campeones mundiales de persecución, o con Merckx, campeón de Europa de carreras a la americana o de pruebas de los Seis Días. El caso del actual récordrnan, el escocés Graeme Obree, es un punto y aparte puesto que se benefició de la particular posición que adoptó sobre la bicicleta, posteriormente prohibida por la UCI.¿Por qué no es facil que un campeón supere los 54 kilómetros en una hora en pista si en carretera ya se ha conseguido muchas veces? El esfuerzo en pista no es comparable al que se efectúa en carretera. En ruta, los descensos, y a veces las curvas, ofrecen al corredor un tiempo de recuperación. El ciclista en carretera puede mover un desarrollo, en pista no. En la pista se tiene que ir con un piñón fijo y hacer frente a los efectos de la fuerza centrífuga en una curva casi eterna. Induráin ha tenido que adaptarse en apenas ocho días.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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