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Reportaje:

Los policías del agua

Ocho hombres vigilan en Orihuela el reparto del trasvase Tajo-Segura

Son los guardianes del agua, pero les está tocando hacer de paño de lágrimas. Desde que comenzó el trasvase de agua de los embalses del Tajo, los ocho guardias fluviales que controlan el reparto del trasvase Tajo-Segura han tenido que oír muchas quejas de los agricultores de la comarca alicantina de la Vega Baja, angustiados por la escasez de riego para sus tierras. Ellos se encargan de asegurar el riego a quien le corresponde, regular el caudal del río e impedir el uso indiscriminado del agua.Empiezan su jornada al amanecer, con los primeros riegos. Cada uno de ellos controla una 'de las siete zonas en que está dividida la Vega Baja del Segura. Antonio Grau, el guarda mayor, coordina los trabajos.

Aseguran que no tienen demasiado trabajo para controlar el riego porque Ios agricultores suelen respetar los turnos". "Lo que pasa es que les ha correspondido media tanda (medio riego) y tienen los nervios a flor de piel", señala Grau.

Con paciencia, intentan calmar los ánimos de los regantes, la mayoría de ellos descontentos con la poca cantidad de agua que llega. "Algunos no están al corriente de los pagos y no podrán regar, a otros les corresponde muy poca, otros se quejan del retraso...", asegura Grau. "A nosotros nos gustaría que hubiera para todos, pero no puede ser. Lo que sí intentamos es que se reparta según está estipulado".

Además de esta labor de psicólogos desempeñan funciones de verdaderos policías del agua. "Vigilamos que no saquen agua con motores ilegales porque le quitan parte a otros", dice el guarda mayor. Algunos agricultores se han quejado de estas prácticas, pero no existe ninguna denuncia formal.

Además de controlar el reparto del agua cuando se produce un trasvase, los guardias fluviales tienen todas las competencias de seguridad y control en estas obras. Entre ellas destacan los vertidos incontrolados al río, la tala de árboles, las obras ilegales, las extracciones y todo tipo de infracciones que particulares y administraciones puedan provocar en el río. No obstante, todas estas obligaciones pasan a un segundo término cuando se produce un "riego de socorro". "Algunos hemos suspendido las vacaciones y vamos locos", afirman. "Estamos todo el día pendientes del agua, para evitar problemas".

Aunque no han descubierto ninguna apropiación indebida del agua, los guardias están capacitados para sancionar por esta falta a los agricultores. "Nosotros pasamos la correspondiente denuncia al comisario de aguas y él decide el importe de la multa", explica Grau. Las multas por dañar las instalaciones fluviales o el medio ambiente de la zona pueden oscilar entre las 50.000 pesetas y los 50 millones, según la gravedad del delito.

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