Los pactos de IU
CON LA misma rotundidad con que hasta hace poco proclamaba que había que cerrar el paso "a la derecha en general", el coordinador de Izquierda Unida, Julio Anguita, reclama ahora el derecho de esta coalición a pactar con quien tenga que pactar", incluso con la derecha. La clave de este cambio radical en la política de alianzas de IU parece estar en la interpretación dada por Anguita al avance de esta coalición en las elecciones europeas del 12-J (unos 260.000 votos más que en las legislativas del 64 y 1,5 millones más que en las europeas de 1989). Una interpretación que también ha inducido a Anguita a acariciar como un reto políltico, "gigantesco pero viable",su viejo sueño de convertir a IU en la fuerza hegemónica de la izquierda española y en el polo de atracción de las "desengañadas" bases socialistas.El primer fruto de este nuevo y arriesgado plan de futuro -ratificado por el Consejo Político de IU durante su reunión de este fin de semana- ha sido los acuerdos entre Izquierda Unida y el Partido Popular en Andalucía. Estos acuerdos no sólo rompen la anterior postura de IU de bloquear el paso a la derecha en aquellas comunidades autónomas o ayuntamientos donde se encuentre en apretada pugna con el PSOE. En el nuevo escenario en que se sitúa IU, pueden ser la primera manifestación práctica de una estrategia absolutamente contraria e inédita en la cultura política de la coalición: la de "cerrar el paso al PSOE", si de lo que se trata es de sustituir a este partido como fuerza hegemónica de la izquierda, y, por tanto, la de pactar con la derecha "tantas veces como sea necesario" para alcanzar ese objetivo estratégico supremo.
Se comprende, pues, que tales pactos hayan provocado una agria disputa entre los dirigentes del PSOE y de IU. Y que muchos militantes y votantes de la coalición de izquierdas se interroguen con inquietud sobre su sentido. Sin duda, estos últimos querrían saber si los acuerdos de IU con el PP servirán para remontar el descenso global de la izquierda en Andalucía (cinco puntos en las autonómicas del 124, es decir, del 62% al 57%, en relación con las de 1989, mientras que el Partido Popular ha subido más de 12) o, por el contrario, facilitarán el acceso de la derecha al poder en esa comunidad autónoma.
En todo caso, y sea cual sea la respuesta a esa pregunta -los hechos la darán en su momento-, nada de extraño tiene que IU haya pactado determinados asuntos con el PP en Andalucía. Como tampoco lo tiene que los socialistas hayan llegado a acuerdos de gobernabilidad con los nacionalistas catalanes. Lo extraño es que pautas y modos de actuación política al uso en las democracias se conviertan en España en arma arrojadiza entre partidos y que el dirigente de IU los cuestionara hasta este momento con virulencia. El que Anguita flexibilice ahora su postura y aplique este principio incluso en sus relaciones con el PP podría ser una muestra del realismo que nunca debe faltar en un buen político.
De momento, los acuerdos IU-PP en Andalucía no parecen tener el alcance ni el sentido del pacto a la griega que algunos querrían ver trasplantado. hace tiempo a España para reducir al ostracismo al PSOE. El hecho de que los socialistas no hayan votado en contra de la elección del dirigente local de IU, Diego Valderas, como presidente del Parlamento andaluz hace prever que los diputados de esta coalición no boicotearán la investidura de Manuel Chaves como presidente de la Junta y que no se producirá ningún vacío de poder en los próximos dos meses. Si fuera de otro modo, los acuerdos IU-PP, inicialmente justificados en la necesidad de un funcionamiento más equilibrado de las instituciones políticas andaluzas, en especial el Parlamento, derivarían en un bloqueo político dífilcilmente justificable.
El mensaje que transmitieron las urnas el 124 es claro: el pueblo andaluz desea que sus instituciones representativas se revitalicen y reflejen la nueva distribución del poder. Es dudoso, en cambio, que los andaluces quieran crear dificultades añadidas al buen gobierno de los asuntos que atanen a su comunidad.
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