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'Dumping' González

El titular de este artículo está escrito en spanglish, esa mezcolanza de inglés e idioma nativo que los franceses han condenado bajo su forma de franglish con crecidas multas en caso de emplearla en acto o misión públicos.Quiere la frase decir "exportemos a Felipe González por debajo del precio de coste". Siempre he sido partidario del dumping, es decir, la venta de buenos productos a precio de saldo para ampliar la cuota de mercado. Los japoneses, al parecer, han hecho mucho de eso: vender a un precio más alto en casa, donde se sentían más protegidos, y mucho más bajo fuera, donde tenían mercados que conquistar.

Como soy consumidor de toda clase de productos, comestibles y mecánicos, me encanta que intenten conquistarme ofreciéndome calidad a bajo precio. También soy productor -claro, si no, no me pagarían-, pero nunca he temido la competencia, porque hago lo posible por adaptarme a los nuevos tiempos. Hace cinco años aprendí a usar un ordenador y ahora no vivo sin mi portátil (bien barato gracias al dumping);. anteayer sostuve una conversación de media hora en alemán por teléfono, después de año y medio de estudio.

Ni siquiera me gustaría ser monopolista como dicen los listillos que buscan serlo todos los empresarios. Cuando hube de elegir tema de tesis no me decidí por un oscuro economista de lengua catalana o bable, sino por John Stuart Mill, sobre el que tantos han escrito y escriben. Se llega mucho más alto sobre los hombros de los gigantes.

No entretengo con mi biografía por vanidad, sino por sonrojo, al pensar en lo que le quieren hacer a nuestro presidente del Gobierno. ¡Quieren colocarle en el puesto de monsieur Delors!

Es cierto que González lleva once años en el poder, y no hay seguridad de que vaya a perder las próximas elecciones generales. Tras el varapalo de las europeas del 12 de junio pasado, cualquier presidente en un sistema parlamentario habría movido a sus ministros. Al contrario, como el electorado está descontento, "me niego a cambiar nada".

El largo periodo de ejercicio del cargo y la inmovilidad faraónica del ocupante han llevado a muchos a apiadarse de la neurastenia que dicen le aqueja y a desearle una salida digna y acorde con acendrado europeísmo.

A este paso, la Unión Europea se va a convertir en un centro psiquiátrico. Los alemanes están ahí para purgar su pasado hitleriano; los franceses, porque sufren de un complejo de inferioridad respecto de los alemanes; los italianos, para medicarse contra la corrupción; los españoles, para exorcismo de nuestros demonios familiares; los griegos, por odio a los turcos... et ainsi de suite. Sólo los británicos y escandinavos tienen fines más inmediatos y materiales. Pues no, nada de enviar a Felipe a Bruselas para que se cure de su hipocondria. Que se quede en La Moncloa, se enfrente con la corrupción, libere la economía, venda las empresas públicas, gobierne con el apoyo de Pujol, y luego que se presente a unas elecciones a pecho descubierto.

Los toreros que huyen del toro sin entrar a matar pasan la noche en la comisaría.

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