Induráin y Rominger siguen en tregua
Los dos aspirantes al triunfo no se atacarán hasta la contrarreloj del lunes
JUAN MORA Induráin y Rominger han salido indemnes de Inglaterra. Ambos temían que el recorrido por carreteras desconocidas, pero en todo caso estrechas y sinuosas, alborotara el pelotón y se plan tearan batallas no deseadas. La correspondiente escapada del día, al igual que la de Cabello en la jornada anterior, estableció objetivos muy claros en los equipos y la veloz persecución no es tuvo reñida con el orden. La tregua entre los líderes. se, mantiene hasta el lunes, cuando disputarán la contrarreloj individual.
En el Banesto y el Mapei no existe el más mínimo interés en que se produzcan ataques mutuos. Sus directores, Echávarri y Fernández, han firmado implícitamente la paz durante las etapas en línea de llano, salvo que se produzca algún hecho excepcional. Induráin se mantiene en cabeza del pelotón para evitar que le salgan más rivales, en caso de que se produjera un corte en el grupo, y Rominger pedalea tras él, testimoniando que él no tomará la iniciativa mientras la carretera no se empine.
El campo de batalla donde Induráin y Rominger han pactado el duelo es en la contrarreloj y la montaña. Su lucha no es la de atacarse como posesos sobre escenarios donde el protagonismo corresponde a otros. Se limitan estos días a ser teloneros. Ni siquiera la declaración formal, aparentemente, de que Rominger padezca alguna lesión hizo que Induráin tanteara el estado de forma de su rival. En el Mapei dicen que la dolencia es mínima y en el Banesto no la tienen en cuenta. Puede formar parte de la lucha sicológica que se plantea cuando empiezan a levantarse vientos de guerra.
No es lógico que uno de los desafiantes muestre un signo de debilidad al contrario ante el gran duelo. Sin embargo, Rominger no tuvo reparo en avisar al médico de la carrera, lo que suponía un parte oficial, para que le examinara la rodilla. "Me dolía, quizá por el cambio de bicicleta de contrarreloj a la de carretera", explicó el suizo. Juan Fernández, su director, da otra versión: "Hacía fresco, la rodilla se le enfrió y Tony acudió a que le dieran algún producto que le permitiera calentar la zona". Benjamín Fernández, el médico del equipo, una, más: "Se dio un golpe hace unos días en la rodilla y a veces nota molestias, pero nada importante". El parte médico oficial no habla más que de "dolor en la parte superior interna de la rótula izquierda". En el Banesto no se hacen comentarios al respecto. Sólo Echávarri dice: "Una lesión, una caída o una enfermedad puede provocar un desenlace inesperado en cualquier carrera. Por eso, nuestra única preocupación es que Induráin no tenga ningún contratiempo".
En este clima prebélico, en el que cualquier movimiento del contrario se magnifica, se desarrolló la etapa de ayer. Fue rápida, con medias por encima de los 46 kilómetros por hora en ocasiones -al final llegaron cortados Cubino, Bernard y LeMond, entre otros-, porque los equipos con sprinters siguieron de cerca la escapada de Hervé (Festina, Francia), Perini (ZG, Italia), Lietti (Lampre, Italia) y Van Hooydonck (Wordperfect, Bélgica), neutralizada al final por el equipo Polti, para que Abduyapárov tuviera opciones de ganar, pero fueron otros los que se beneficiaron de su trabajo. La culpa no es achacable al veloz uzbeko, sino a movimientos tácticos en los que su equipo, el Polti -Bugno haciendo de gragario en los últimos kilómetros-, anduvo despistado.
A falta de dos kilómetros tiró por fuera Frison y a su acometida no pudo responder el Polti. Tomaron el relevo los Telekom para Ludwig, avasallando en la cabeza. Por mucho que culebreó Abduyapárov no pudo coger ninguna rueda buena. Sí que lo hizo el joven Minali, que en el último golpe de riñón dejó a Ludwig compuesto y sin novia.
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