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MUNDIAL 94

Lo que se sufre en champións

Un México-Bulgaría en un 'sport-bar'

"Es que son todos unos pendejos". Con esta rotunda afirmación, Rosalía, una joven aficionada mexicana, resumía su frustración ante la eliminación de su equipo a manos de Bulgaria en la tanda de penaltis. Ni ella ni ninguna persona de su grupo acababa de creerse la cruda realidad. Después de dos horas de máxima tensión estaban derrumbadas, incapaces de reaccionar. María, la más pequeña de la reunión, lloraba desconsoladamente.La reunión había tenido lugar en un local de una de las cadenas de sport-bars (pubs donde se ve, se discute y se disfruta del deporte además de la cerveza) más importantes de Estados Unidos. Los Champions están extendidos por todo el país, y son habitual lugar de encuentro de deportistas, aficionados, gruppies de cacería y demás especies. Por ejemplo, el de Portland era frecuentado por Drazen Petrovic y sus compañeros de los Blazers (sobre todo los solteros, todo hay que decirlo). La densidad de monitores televisivos por metro cuadrado es enorme (siempre, por supuesto, con deporte), no falta una canasta de esas pequeñas en las que intentas por un dólar imitar a Michael Jordan, y un luminoso te va dando noticias constantemente de todo lo que acontece en el mundo del deporte.

Sólo en las grandes ocasiones, todos los televisores se ponen en sintonía dando el mismo evento. El México-Bulgaria era uno de ellos. Para ser las cuatro y media de la tarde en una ciudad donde se trabaja, la entrada era buena. Ejecutivos escapados de Wall Street, unos cuantos japoneses, dos mujeres pegándole a la cerveza que era un gusto, y al fondo, el comentado grupo de adolescentes mexicanas al borde de un ataque de nervios.

Superado el susto inicial. del gol de Stoichkov ("!que feo es!", decía una para contrarrestar la rabia) con el gol de penalti de García Axpe, el asunto no pasó de un par de ihuys! y la pena de la expulsión de Luis García ("Luisito sí que es guapo, no como Stoichkov", insistía la especialista en belleza). Se termina el tiempo reglamentario y llega la hora de hacer cábalas. "¿Nos favorece llegar a los penaltis?", pregunta Rosalía. nadie responde de puro nervio que tienen encima. La tensión sube, los ¡huys! se contagian por todo el bar, y en medio de tanta emoción creen que soy búlgaro, por lo que bajan el tono de sus comentarios, como si tuviesen la táctica definitiva y no quisiesen dársela a sus enemigos. Deshago el entuerto al tiempo que Mejía Barón, entrenador de la selección de México, parece decidirse a sacar a Hugo. Polémica instantánea. "Vamos, Huguito", grita Rosa, la mayor. "Ya no puede desbalancear como antes", replica otro mirón como yo. Nos quedamos sin saber si Hugo es más guapo que Stoickov o menos que Luis García, pues la especialista vive el final del encuentro deba o de la mesa para no sufrir.

Llegan los penaltis. Todos a una con México. Pero García Axpe falla el primero. ¿Quién dices que lo ha tirado? Falla Bulgaria. Campos, el portero, es el mejor. Vuelve a fallar México. Esto es demasiado. Una se cae de la silla. Esta vez, Bulgaria no falla. Carajo. Increíblemente, México falla por tercera vez, pero siempre hay una palabra amable entre los gritos. "Pobres, están cansados y nerviosos". Bulgaria acierta. México, a la cuarta, se estrena. !Por fin! Pero no hay nada que hacer. Bulgaria mete el definitivo. México está en la calle. Se hace el silencio.

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