Hollywood hace memoria de su primer siglo

Canal + comienza hoy (15.00) la serie documental 100 años de cine, de la BBC británica y la KCET californiana, compuesta por 10 capítulos de 55 minutos, en la que Hollywood hace memoria de su primer siglo. Hoy se emite El sello de Hollywood, útil para aprender a ver cine y aliento para esperar los capítulos de La comedia romántica, El cine negro, El western, El cine bélico, El star system, Los estudios, La era de la televisión y Hollywood independiente.

Hollywood inventa la invención del cine y celebra en 1994 el siglo de lo que en realidad ocurrió -no en Estados Unidos, sino en Francia- en 1895.En 1894, Thomas Edison rodó películas en celuloide taladrado, pero esto también se logró por entonces en Europa: existían en ambos lados del Atlántico tomavistas rudimentarios capaces de hacerlo. Pero nadie -hasta diciembre de 1895, en un bailongo parisino- había creado un artilugio capaz de proyectar esas películas sobre una pared blanca y convertirlas en espectáculo. Eso y no otra cosa fue la creación del cine y las prisas de Hollywood son una mentira patriotera, pero de las que no hacen llegar la sangre al río.

Hollywood se merece pasemos por alto su trampa, pues si no inventó el cine, suyo es el mérito de haberlo convertido en arte. Y enunciar el milagro de su clasicismo es objeto de esta serie, que comienza con una incursión en los entresijos del indefinible y, no obstante, diáfano sello de Hollywood, el misterio del estilo invisible, de inagotable vigencia.

De esta vigencia dan testimonio cinco clásicos de ayer y de hoy: Joseph L. Mankiewicz, Billy Wilder, Sidney Pollack, Martin Scorsese y Lawrence Kasdan. Los dos primeros, en cuanto creadores de ese clasicismo y los tres últimos -y ahí está lo más rico del documento- en cuanto deudores de su creación. Y admira oir a Scorsese explicar como extrajo de La heredera, de Wyler, el tono de La edad de la inocencia; y de Falso culpable, de Hitchcock, el punto de vista de Taxi driver. Y averiguar como Pollack y Kasdan dedujeron de Casablanca el encuadre y el tempo de Si volvemos a vernos y Grand Canyon. La leyenda de que Spielberg, mientras rueda una película, ve a diario Centauros del desierto, de John Ford, toma así forma de cura de humildad.

Pero que ese estilo sea invisible no quiere decir que no sea perceptible y esa es otra aportación de este documento al conocimiento y el disfrute del cine. Orson WeIles no es el primero que hizo visible esa invisibilidad. Antes de él, Friedrich Murnau en Amanacer y Erich von Stroheim en su truncada obra vulneraron la transparencia, pero fue WeIles quien la convirtió en sistema y quien combinó las leyes de la invisibilidad con el principio -esculpido por Losey- de que "el estilo es el hombre". Y en Hollywood el hombre es y será Ford. Y vemos las curvas de aquel giro, mientras Scorsese recuerda: "Aprendimos de Welles, pero es imposible no seguir aprendiendo de Ford".

Se mezcla lo antiguo y lo nuevo para mostrar que rasgos de Casablanca, Eva al desnudo, Shangai Lily, Los viajes de Sullivan, La diligencia, Psicosis, Scarface, Kane y otras cimas, son vías de acceso al cine moderno. Y se desvela la incalculable deuda que el cine actual mantiene con ellas, en mazazos de evidencia que hacen impagable este documento didáctico.