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Los griegos quieren sus propiedades, los turcos su identidad

Fatma Azgin, del Partido Republicano Turco, atiende su farmacia en el sector norte de Nicosia, la capital dividida de Chipre. Entre cliente y cliente, esta intelectual musulmana exige que se reconozca la identidad diferenciada de los turcochipriotas. "Ellos pueden decir que son chipriotas, griegos, helenos, europeos, occidentales... ¿Y nosotros?'', pregunta."Ellos quieren recuperar sus propiedades y nosotros nuestra personalidad", explica Azgin, que defiende la presencia de tropas turcas en la isla para garantizar la seguridad de su comunidad. Sin embargo, está convencida de que los chipriotas, de una u otra etnia, están preparados para vivir juntos. "Son los políticos los que temen perder poder si se resuelve la división del país", afirma.

Rauf Denktash, el presidente de la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre, ha hecho saber que la adhesión de Chipre a la Unión Europea llevará aparejada la inmediata anexión a Turquía de la zona norte de la isla.

Su hijo, Serdar Denktash, secretario general del gubernamental Partido Democrático y ministro de la Juventud, condena el acercamiento a Europa de la parte griega como una nueva forma de enosis, el grito de guerra de los nacionalistas ortodoxos que defendían la unión con Grecia durante la dominación británica.

"La unión con Turquía sería la única manera de garantizar nuestra seguridad", dice Serdar, preocupado por las importantes inversiones en armamento de alta teconología realizadas por los grecochipriotas. Sin embargo, Serdar admite que "la comunidad turcochipriota preferiría la unión con Europa antes que la anexión con Turquía".

Los grecochipriotas denuncian que los colonos procedentes de Turquía igualan en número a los turcochipriotas que residían en la isla en 1974. Serdar defiende que los turcos que se desplazaron a Chipre entre 1974 y 1976 son, hoy, tan chipriotas como el que más. Pero reconoce que existe un nuevo tipo de inmigrante que busca un trabajo que no encuentra y cuya presencia provoca un cierto desasosiego social en la zona norte.

El precio de la paz

Donde impera una verdadera calma chicha es a lo largo de la línea verde que divide la isla. Gustav Feissel, el hombre del secretario general de la ONU destacado en Nicosia, de origen francés, explica que los 1.200 cascos azules austriacos, argentinos y británicos que patrullan en la zona colchón no registran incidentes mayores entre ambas comunidades. En los últimos 20 años han perdido la vida seis soldados griegos. Pero el depliegue de la fuerza de paz cuesta 50 millones de dólares (unos 7.000 millones de pesetas) al año. "Hemos reducido el déficit crónico a unos 200 millones de dólares y, según los últimos acuerdos, la República de Chipre costea el 60% de los gastos", explica Feissel, y sonríe: "Pero, desde luego, esto no es un buen negocio".

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