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El magnate que iba a comprar el Marsella era un timador

Enric González

Las desgracias del Olympique de Marsella parecen no tener fin. Tras las condenas por corrupción, su relegación a la Segunda División del fútbol francés por el mismo motivo podía pensarse que se abría un claro en el cielo para la entidad marsellesa: una gran corporación canadiense iba a inyectar, según anunció el miércoles, unos mil millones de dinero fresco. Parece, sin embargo, que la operación y las empresas implicadas en este asunto fue sólo el invento de Ghislain Gingras, un ciudadano canadiense habitual de los juzgados de su país. Una vez descubierta la charada, Gingras anunció ayer que se retiraba de la negociación.Éste se presentó en Marsella como presidente de Platinor y Mapresol. Pero en los medios económicos canadienses nadie sabía nada de esas empresas. Gingras sí era conocido: los tribunales canadienses le habían juzgado al menos cinco veces por estafa, y en las cinco ocasiones eludió la cárcel.

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