El Inem deniega a Antón Saracíbar, ex dirigente ugetista, el derecho al seguro de paro
Los servicios técnicos del Inem consideran que Antón Saracíbar, ex dirigente de UGT, no tiene derecho a la prestación de desempleo. El Inem interpreta que la relación laboral de quien era hasta hace dos meses representante de los trabajadores es similar a la que tienen los miembros de los consejos de administración de las empresas. Otro ex dirigente ugetista, José María Zufiaur, prepara la constitución de una fundación común a Comisiones Obreras y UGT. Su objetivo sería facilitar a los dos sindicatos asesoramiento, informes y estudios doctrinales.
Cuando han transcurrido apenas dos meses del congreso de UGT, en el que se produjo una amplia renovación de su ejecutiva, los ocho ex dirigentes del sindicato empiezan a decidir su futuro. Antón Saracíbar, tras una consulta informal al Inem en la que se le ha denegado el derecho a la prestación de paro, tiene el propósito de pedirlo de forma reglamentaria. Si la respuesta formal del Inem es de nuevo negativa, Saracíbar pediría la devolución de las cotizaciones por desempleo que ha estado pagando -como el resto de los trabajadores por cuenta ajena- durante los 14 años que ha formado parte de la dirección ugetista.Su objetivo es llamar la atención sobre esa laguna legal con la que se han encontrado antes otros ex dirigentes sindicales que han ganado en los tribunales el reconocimiento de la cobertura por desempleo.
Paralelamente, Saracíbar decide cuál será su futuro profesional. Tras haber desestimado una oferta del Gobierno para ser agregado laboral en la Embajada española de Lisboa, ahora baraja algunas ofertas de empresas o trabajar en tareas del entorno de UGT.
Quienes sí siguen colaborando en actividades vinculadas a la central socialista son otros cuatro de sus ex dirigentes: Emilio Castro, Inés Ayala, Miguel Ángel Ordóñez y José María Zuflaur. Castro es ahora director de la Fundación Largo Caballero. Inés Ayala mantiene su puesto de consejera, en representación de UGT, del Consejo Económico y Social (CES) y está colaborando con la nueva dirección del sindicato en tareas relacionadas con la formación profesional. Miguel Ángel Ordóñez tiene previsto incorporarse dentro de unos días a la gestora de empresas del sindicato, IGS, como responsable de comunicación e imagen.
José María Zuflaur, a quien se consideraba el ideólogo de UGT en la época de Nicolás Redondo, sigue desempeñando la dirección del Instituto Sindical de Estudios (ISE) del sindicato. Pero proyecta planes más ambiciosos y trabaja en la constitución de una fundación que preste asesoramiento y doctrina no sólo a UGT sino también a Comisiones Obreras.
Para los próximos días está prevista una decisiva reunión de Zuflaur con los máximos dirigentes de CC OO y UGT, Antonio Gutiérrez y Cándido Méndez, en la que se pretende estudiar la viabilidad de esa fundación, que establecería firmes vínculos en la unidad de acción de los dos sindicatos mayoritarios.
El proyecto despierta enormes reticencias en algunos sectores de las dos centrales, sobre todo entre dirigentes de Comisiones Obreras que piensan que la constitución de esa fundación es complicada y, sobre todo, entienden que se produciría una tutela desde un organismo ajeno a las direcciones de los sindicatos que podría producir algunos problemas y discrepancias. El resto de los ocho ex dirigentes de UGT que abandonaron la ejecutiva del sindicato en el congreso de abril tienen decidido cuál será su futuro. José Manzanares se propone iniciar una nueva etapa como responsable de formación profesional de una fundación dependiente de un grupo empresarial catalán.
Apolinar Rodríguez, ingeniero de caminos y el único que disponía de una empresa donde volver -Renfe-, dentro de unos días se incorporará a TIFSA, una empresa consultora filial de la compañía pública ferroviaria.
Mientras, Nicolás Redondo, tras dirigir durante 18 años el sindicato, es ahora un jubilado excesivamente preocupado por la situación política y sindical. Reparte su descanso entre Bilbao y Laredo, dedicado a pensar, pasear y leer. También ha tenido tiempo para viajar tres veces a Madrid de forma discreta y sin participar en ningún acto público.
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