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El retiro de un opositor socialista

El desenlace del proceso legislativo de 1993 ha defraudado y amargado al rey, pero también a los dirigentes de la oposición democrática marroquí, entre ellos el secretario general de la Unión Socialista de las Fuerzas Populares, Abderramán Yussufi, de 70 años. Tras los comicios, el líder socialista decidió retirarse de la política activa, dimitir de sus cargos y trasladarse provisionalmente a la ciudad francesa de Cannes, donde ya había vivido con anterioridad, durante su época de exilio.El dirigente de la USFP adoptó esta decisión como protesta por la manera como se fueron desarrollando las elecciones legislativas, cuya participación defendió a ultranza frente a los sectores que propugnaban el abstencionismo. Su dimisión sembró la consternación al Palacio Real de Rabat, ya que perdía a uno de sus principales interlocutores, pero al mismo tiempo ha colocado en una difícil situación al propio partido socialista, que se ha negado a aceptar su dimisión, en un intento de evitar el vacío y de eludir una pugna por su sucesión.

Yusufi se hizo cargo de la organización en enero de 1992, tras el fallecimiento del líder histórico Abderrahim Boabid, quien hasta entonces había mantenido con firmeza la cohesión de la USFP. Desde su salida de Marruecos, el partido está dirigido de manera colectiva, en un difícil equilibrio de fuerzas entre las diferentes tendencias. Los sectores radicales capitaneados por Nubir Amaui, responsable del sindicato Central Democrática de los Trabajadores, se encuentran enfrentados a los sectores pragmáticos y posibilistas de Fatalah Ualalu, el economista ex preceptor del príncipe heredero. En el centro sólo queda Mohamed Elyazghi, periodista y abogado, compañero inseparable de y fiel del dimitido Yusufi.

"Es una situación trágica, que pone en evidencia los antagonismos socialistas", aseguraba un alto responsable de la USFP, para quien Yusufi es una solución de síntesis imposible, ya que, según él, este líder ha tomado una decisión irrevocable y permanecerá en el exterior hasta que su dimisión sea asumida por su propia organización.

Yusufi se muestra irreductible, no sólo con sus militantes y ex compañeros, sino también con los mensajeros del rey, que por tres veces le han visitado e invitado a volver a Marruecos. El dirigente socialista permanece en silencio, pero quizás el nuevo primer ministro le haga hablar.

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