Portabales niega ser un chivato en su última intervención en el macrojuicio de la droga

Ricardo Portabales, el arrepentido en el macrojuicio de la Operación Mago, utilizó ayer su último turno de palabra para asegurar que "cada palabra que ha salido de mi boca es la veídad". Portabales decepcionó en su última intervención, en la que de forma inconexa mezcló puntualizaciones sobre el cargo que ocupaba en un buque de la naviera Promarsa con protestas por haber sido tildado de "delator", "chivato" o "confidente": El juicio, que seguirá a las cinco, de esta tarde, terminará hoy si da tiempo a que finalicen las intervenciones de los últimos 41 procesados. El arrepentido negó sentir animadversión hacia los ocupantes del banquillo, que se mofaron de él cuando reconoció: "Está difícil hablar, no salen las palabras". Agregó que el dinero que le permite vestirse lo ha ganado legalmente, no "con la droga".

Con mayor seguridad y convicción que Portabales, Manuel Fernández Padín, el segundo de los arrepentidos, recordó que cuando colaboró con la Guardia Civil "no estaba en marcha la operación, ni conocía al juez Baltasar Garzón ni al fiscal Javier Zaragoza". Rechazó que colaborase con ánimo exculpatorio: "Los únicos beneficios que obtuve fueron ocho meses de prisión en celda de aislamiento para proteger mi vida, pero con el mismo régimen de silencio, cacheos y una hora de patio".

"Después de cuatro años no ¡sé por qué estoy aquí y por qué una persona ha inducido falsas acusaciones contra mí" afirmó el naviero Celso Barreiros en alusión a Portabales. "He sido, masacrado por cierta prensa que ha ensuciado mi apellido y me ha producido enormes perjuicios morales de difícil reparación", agregó.

Manuel Padín Gestoso afirmó que las, acusaciones de Portabales eran una "película barata".